18 de abril de 2008

HAZME EL FAVOR


Lo difícil no es pedir un favor o que te lo hagan, lo difícil es que no te lo hagan. Me explico. No se piden los favores, se exigen. No se contempla la posibilidad de un no, eso es una ofensa. Lo normal es que la persona que te pide un favor (estamos generalizando, y todos sabemos lo injusto que es eso) lo haga desde la certeza de que, no solo está en derecho de exigírtelo, sino que tú estás en la obligación de hacérselo. Por eso, cuando tú decides no acceder y, por tanto, no hacerle dicho favor, ella (la persona, digo) se siente ofendida, porque tenía derecho. El tiempo que habéis pasado juntos, los otros favores que te hizo y sobre todo los que siempre le hiciste tú, le dan crédito y hacen de tu negativa algo personal. Vale, vale, ya me pedirás un favor. O el silencio y el arqueo de las cejas porque no lo entiende. Y reconozco que entro en el juego, porque cuando alguien cercano me pide un favor y hay una razón más allá (o más acá) del no puedo evidente, me veo en la obligación de dar mil y una explicaciones, como si realmente al tiempo que me justifico ante él lo estuviera haciendo ante mí mismo. Lo peor de todo es cuando me cuestionan las razones y más si estas son morales y vienen las comparaciones. ¿Cómo que no te parece bien?, pues la otra vez a fulanito blablabla y no te andabas con tantos remilgos. O cuando lo haces para tí no te parece tan mal. Y es verdad, algunas veces no hago las cosas no porque no pueda, sino porque no me parece bien. No sé si es consecuencia de una educación algo rígida en este sentido, pero tengo una serie de valores e intento vivir acorde con ellos, y si eso implica decirle que no a un amigo cuando me pide un favor, lo valoro, vaya que si lo valoro, y aunque me cuesta (porque cuesta horrores) tengo que decirle pues no puedo hacerlo. ¿Por qué?, por qué no me parece bien.
Creo que en esto de los favores tendríamos que ser, todos, algo más humildes. Y generosos también, pero creo que las personas por lo general suelen estar dispuestas a ayudarte. Pero también hay que darles la libertad de que nos digan que no y que esto no sea un drama. Claro, que hay favores que no se pueden cuestionar, hay situaciones donde un sí ha de estar por encima de cualquier valoración moral o anímica y entonces no puede salirnos otra cosa que un, por su puesto que te ayudaré.

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