Sol y lluvia
En abril de ha desatado una oleada ingente de gotas que han limpiado nuestra ciudad de malos humos. La lluvia humedece el suelo y luego, a medida que lo erosiona, lo limpia. La suciedad que dejan los coches con sus ruedas, frenadas y aceites, baja por las calles entregándose al frenesí del agua. Al rato, el agua parece un riachuelo. La lluvia limpia y oxigena la ciudad y se impone un carrusel de paz poco habitual cuando coincide con los fines de semana. El sonido de las gotas de agua cuando reposan en el suelo parecen componer una hermosa canción de cuna.
Y al marcharse la lluvia y colarse en el cielo los rayos de sol, que en esta época aparecen más anaranjados que el resto del año, la vegetación parece acelerar el ciclo de la vida. Los verdes sienten la atracción del flúor, que parece criptonita, y como sobrellevado por los poderes, los brotes se convierten en hojas y flores en apenas unas pocas horas.
Los días van alargando las horas de luz y cada minuto que pasa antes de amanecer parece correr llamando a gritos al día, mientras que por las tardes el segundero se hace cada vez más largo y el día agoniza gozando de su triunfo.
Tiempo de risas, de paz, de amor. Tiempo de alegría. Tiempo de lluvia, triunfo del sol.
Y tan ajenos a todos los cambios, corremos nosotros desaforados apurando al tiempo para llegar y cumplir con nuestras obligaciones absurdas. Y mientras, afuera, vive la vida.
En abril de ha desatado una oleada ingente de gotas que han limpiado nuestra ciudad de malos humos. La lluvia humedece el suelo y luego, a medida que lo erosiona, lo limpia. La suciedad que dejan los coches con sus ruedas, frenadas y aceites, baja por las calles entregándose al frenesí del agua. Al rato, el agua parece un riachuelo. La lluvia limpia y oxigena la ciudad y se impone un carrusel de paz poco habitual cuando coincide con los fines de semana. El sonido de las gotas de agua cuando reposan en el suelo parecen componer una hermosa canción de cuna.
Y al marcharse la lluvia y colarse en el cielo los rayos de sol, que en esta época aparecen más anaranjados que el resto del año, la vegetación parece acelerar el ciclo de la vida. Los verdes sienten la atracción del flúor, que parece criptonita, y como sobrellevado por los poderes, los brotes se convierten en hojas y flores en apenas unas pocas horas.
Los días van alargando las horas de luz y cada minuto que pasa antes de amanecer parece correr llamando a gritos al día, mientras que por las tardes el segundero se hace cada vez más largo y el día agoniza gozando de su triunfo.
Tiempo de risas, de paz, de amor. Tiempo de alegría. Tiempo de lluvia, triunfo del sol.
Y tan ajenos a todos los cambios, corremos nosotros desaforados apurando al tiempo para llegar y cumplir con nuestras obligaciones absurdas. Y mientras, afuera, vive la vida.
1 comentario:
ay mi capitán, que tierno se nos puso...
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