A VUELTAS CON LA JUSTICIA

Veamos. Un hombre discute con un compañero de piso. La cosa sube de tono (¿qué más da el motivo de la disputa?) hasta el punto de que uno de ellos golpea con saña al otro. Puñetazos y patadas en la cabeza y en el abdomen. Después, lo arrastra hasta el patio de la casa, donde con una cuerda lo ata a un hierro para después alzarlo por la cabeza, suspendiéndolo en el aire hasta conseguir matarlo. No contento con eso, se lleva el cuerpo hasta el taller del domicilio donde permanece oculto bajo unas maderas un par de días. Después lo descuartiza y lo va dejando por partes en distintos contenedores. Ese hombre ha sido detenido y juzgado. Ha confesado su crimen y la condena es de ¡¡¡ seis años de cárcel !!!. Con estos jueces y esta legislación sinceramente da miedo pensar lo que haya podido hacer alguien que tenga, por ejemplo, una condena de 20 años. ¿Qué ha hecho ese desgraciado si matar a sangre fría y descuartizar te cuesta 6 años de condena (que de cárcel ya serán menos)?. Parece ser que el atenuante fue que estaba borracho, y por tanto tenía las facultades intelectiva y volitivas (¿voli qué?) seriamente mermadas. Vamos, que el tío estuvo borracho una semana, desde que matara a su compañero hasta que terminara de esparcirlo por la ciudad en bolsas de deporte. Ya sabéis que soy acitivista en contra de la pena de muerte, pero una cosa es una cosa y dos una pareja. A este paso, si un Guardia Civil te pilla a doscientos por hora (el que pueda y quiera, claro) es más rentable emborracharte, matarlo y descuartizarlo, que afrontar la multa y la pena por la infracción de tráfico. Con esta macabra comparación no quiero otra cosa que evidenciar lo que parecen no tener claro los jurista y los jueces (así como los que hacen las leyes) y es que las condenas han de guardar cierta paridad, y si matar y descuartizar está en el mercado a 6 años de cárcel ninguna infracción de tráfico sin víctimas debería estar a 2 años. ¿No?.
En fin, que Szalachowski, que así se llama el borracho descuartizador, estará en la calle en menos de un lustro después de practicar el bricolaje humano con su compañero de piso. Vivir para ver. Ver para creer.