11 de enero de 2008

EL CULTURETA


Recibió un regalo y tuvo que devolverlo. Uno de cada diez presentes acaba en el cajón de las devoluciones, así que no es que tenga cargo de conciencia, ni mucho menos. El caso es que le tocó devolverlo no porque no le gustara, que le encantó, sino porque no entraba en él, eran unos pantalones y con tanta reunión familiar, tanto aperitivo, tanta comida y tanta cena, no entraba liertalmente en su regalo. Así que ha retomado su vieja afición por el deporte y eso es lo que nos viene a recomendar hoy. No es aficiona, por contra a mí, a los deportes de equipo, ni siquiera a aquellos que suponen competir, porque es muy perezoso para las victorias. Ni tan siquiera le gusta superar retos (subir una montaña) así que él nos recomienda andar. Sí, andar. Y urbanita que es nos dice que la ciudad no parece mal sitio para hacerlo. Lo ideal, comenta, es buscarse una rutina diaria para andar, como por ejemplo dejar el coche para ir al trabajo y usar el transporte público lo que implique algo más de movimiento. En su defecto plantearse lugares (gimnasio, kiosko, panadería) a los que se sigue yendo en coche y dejar de hacerlo. Andar, eso es lo que nos invita. Ir al cine del barrio andando, ir a las tiendas del barrio andando, a los bares del barrio andando, a la casa de aquel amigo a dos kilómentros, andando, andar, andar, andar, y en el camino, como un pulgarcito navideño, ir dejando los polvorones, el pavo relleno, las cervecitas, las gambitas, los turrones, el cava...

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