15 de julio de 2008

PADRES DIVORCIADOS

Los padres (masculino singular), cuando se trata de divorcios y de custodias de hijos, tenemos todas las de perder. En las rupturas matrimoniales más o menos pacíficas (sin violencia, al menos) y con hijos somos la parte débil. No sé si la sociedad debería ya remontar el vuelo igualitario en ambas direcciones o es lógico mantener este paternalismo con la madre. Es cierto que el vínculo materno filial está a años luz del paterno, sobre todo en los primeros meses y quien sabe si años de la vida de un crío. No voy a negar lo que parece evidente. Pero tampoco me parece justo que por defecto la madre sea la candidata a la custodia y el padre solo lo sea cuando demuestre la incapacidad de la progenitora.
No me resulta difícil imaginar una situación, un divorcio por infidelidad, donde el hombre es el culpable del adulterio. La madre, a modo de venganza, le complica las visitas a los hijos. Que se joda, por bragueta fácil. Ya, ahora me diréis que los hijos no tienen la culpa y que una madre no haría jamás eso. Ya, ya, hagamos un ejercicio de empatía, ¿dejarías ( tú, madre) a tus hijos con su padre sin remilgos después de que se follara repetidas veces a su secretaria/compañera/desconocida etc?. Si de verdad te sinceras verás que no es tanta locura el upuesto anterior. Ahí el padre, además del adulterio, no ha cometido imprudencia alguna relacionada con la paternidad. Puede follarse a todo un cuarteto de música, al ejército de salvación y a las madres que las parieron y seguir siendo un padre ejemplar, educado y consecuente. No entremos en matices del tipo la paternidad incluye también el respeto a la madre, porque esto se haría interminable. A lo que voy, que cuando los hijos son una moneda de cambio y la razón se nubla a ambos contenidientes, la mujer tiene siempre las de ganar.
Y no puedo imaginarme un dolor así, saber que no puedes disfrutar, sufrir, crecer con ellos porque la vida en común con tu mujer se haya terminado, por la razón que sea.
Conozco un caso tan sangrante que me pone de malhumor con solo recordarlo. Es la historia de un matrimonio con una hija. La mujer se enamora de otro hombre cuando la pequeña apenas tiene un par de años. Abandona a la familia y se olvida de todo. Cuando se le termina el calentón o lo que fuera que la llevó fuera de su casa, quiere recuperar la custodia de su hija. Como la situación y precendentes no se lo pone fácil, comienza con un ejercicio de mentiras y acusaciones contra su ex-marido. Al final, como siempre, la justicia entiende que ante la duda, pese a lo comentado, siempre es mejor la madre. Y ahora el padre tiene las visitas restringidas y el corazón destrozado.
En fin, que como dice el encabezamiento, por uno hijo lo que haga falta y si eso supone agachar la cabeza, poner el rabo entre las piernas y que me canten "orejas de burro le vamos a poner", que lo hagan, que yo jugaré con mis hijos y todo me compensará.

2 comentarios:

ralero dijo...

Yo conozco un caso ya para alucinar. Separación amistosa, con todo puesto de acuerdo y viene la fiscala (que diría Bibiana) y determina que no, que hay que dar a la madre -con el argumento del bienestar de los niños- bastante más de lo que ambos habían firmado. Y en eso están.

Abrazos.

raul rodriguez dijo...

tienes razón solo que el niño tiene que vivir en un solo stio aunque pase buenas temporadas en otro pero tiene que tener un hogar..y quién se ha quedao con el hogar?

te sales con los micros