5 de julio de 2008

Espantapájaros
a L .R.
Hay algunas ocasiones

en las que un pequeño anhelo
-un anhelo tembloroso
como pájaro sin nido
que, sin vuelo y desvalido,
se halla aterido de invierno- se alza al aire insospechado
y nos llena de calor
desde el alféizar del alma.



Hay algunas ocasiones
en las que un pequeño gesto,
generoso e imprevisto, nos devuelve un pedacito
del puzzlé de la esperanza
que en la bruma se ha perdido.
Y a ese trozo requebrado
de sus alas sin aliento
vuelve la ilusión del vuelo.
Y por un momento entonces,
tras ese mágico gesto
íntimo, claro y sencillo,
el azul del horizonte
recupera su sentido.

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