21 de julio de 2008

CRUEL IRONÍA

No se me ocurre otra ironía mayor que esta, resulta que por el descenso de la mortandad al volante también ha descendido el número de donaciones de órganos (sobre todo entre los jóvenes) y eso hace que los posibles receptores esperen mucho más tiempo y en algunos casos pierdan la vida. ¿No es cruel?. Matemática vital. La naturaleza. El equilibro. Es una versión postmoderna de los documentales del Serengueti y esa gacela perseguida por la leona. Unos han de morir para que otros puedan vivir.La donación de órganos es, para mí, el mayor acto humanitario que uno puede tener con un semejante. Visto desde el punto de vista ateo no tiene tanto valor, hay que reconocerlo. Estamos "regalando" lo que ya no nos sirve para nada. Así que, librándose de las siempre lastrantes ataduras de las religiones y los diversos más allás, donar órganos no es más que un acto de lógica humanidad. Cuando la gacela ya no es gacela ¿qué más da si las zarpas de la leona o del tigre se adentran en sus carnes?. Tengo mi carné de donante desde hace años, todo el mundo en mi entorno conoce mi deseo de donar órganos, en cambio al final dependerá de la decisión de mis familiares. Incomprensible a todas luces.Pero volviendo al tema de los accidentes de tráfico. Eran la mayor razón de mortandad entre jóvenes menores de treinta años. Estos, a su vez, eran candidatos a ser donantes y por tanto, los posibles receptores jóvenes también. Al reducirse el número de muertos, se reducen también el número de donaciones de órganos jóvenes. Por eso los jóvenes receptores son quienes más están notando este descenso. ¿No es cruel?. Supongo que los padres y el propio receptor no hacen nunca esta reflexión, pero están desesperados porque alguien muera, alguien que pueda darle la vida al paciente en forma de donación. Supongo que no lo hacen, entre otras cosas, porque la espera ya tiene bastante carga de angustia como para añadir elementos morales nuevos.En el periódico, de donde he rescatado la noticia, aparece una historia que creo que sublime para terminar. Una mujer aparece fotografiada sonriente junto a su hija en la cama de un hospital. La pequeña espera una donación de riñón. El de su madre no le es compatible. Por eso ella, la madre, donará el suyo a un tercero. Una compensación. Un agradecimiento indirecto. La vida. El Serengueti. La gacela dejándose zarpear para que su cría siga viva.

3 comentarios:

ralero dijo...

Pues yo lo veo, más que nada, como un acto de generosidad para con otros.

Abrazos.

Elena dijo...

Esa madre tiene q estar fatal....si por ella fuera, donaría el corazón a su hijo si le hiciera falta,...muy dura esta vivencia.

raul rodriguez dijo...

joder larrey, la que me has liao en la cabeza, no conocía ni la estádistica ni el dato ni me lo había planteado. Se me ocurre un guión para un corto, un chico enfermo necesitado de un órgano muy díficil de encontrar, otro chico que sea donante y que tenga su compatibilidad, un gesto de conductor responsable hace al primero evitar un accidente letal con el donante. El primero muere al aparcar el coche en el garage