MI HIJO ¿A LA CÁRCEL?

Estoy preocupado. Por mi hijo. Creo que puede acabar en la cárcel. Este miedo es, en el fondo, una reminiscencia escolar asociada a la nueva fiebre administrativo sancionadora del EstadoEsgae. Recuerdo aquel axioma matemático de si A es igual a B, y B es igual a C, al final A es igual a C. Pues si A me lleva a B, y B ocurre por culpa de C, A ocurre en el fondo por culpa de C. ¿No es razonable?. Aquí las variables son las descargas, el cine y mi hijo. Me descargo películas (A) porque no puedo ir al cine (B), y no puedo ir al cine porque prefiero cuidar de mis hijos (C). Por lo tanto, tirando por la tangente matemática, me descargo películas porque quiero cuidar de mi hijos. La SGAE, los santos santorum en general de la defensa de la intelectualidad lucrativa, se defiende de las lógicas reservas del resto aduciendo que las descargas perjudican las salas de cine, es decir, no vas al cine porque te la puedes descargar de la red. Porque otro delito no hay, yo no saco dinero, no vendo las películas después de descargarlas. Así que el pecado, la falta administrativa en el fondo, ¿cual es?, no ir al cine. Así que me multan por no ir al cine, con lo que un día de estos me veo la puerta aporreada por la policía cultural (es un cuerpo que ya cree hace tiempo y que me temo que un día pase de mi fantasía a la realidad) buscando a mis hijos, los verdaderos culpables de mis muchas descargas ilegales y de mi más que notable ausencia en las salas de cine. Así que, a partir de ahora, no diré a nadie que no voy al cine porque es un verdadero engorro tener que buscarse alguien que cuide de los tuyos (es la pereza de un padre demasiado dependiente, ya hablaremos de ello). No, a partir de ahora culparé a los precios, a lo mejor así acaba en la cárcel quien decide que una entrada de cine supere con creces los seis euros.