Ayer pasé por la revisión. El mecánico me miró y me dio la impresión de que se sintió aliviado al verme, como si me esperara. Sin sacarse el palillo de la boca me reprochó que hubiera tardado tanto. Y comenzó a enumerar. Tenía las zapatas de los frenos de la ira hechas un hilillo de tanto trabajar, cualquier día podía pegarme un trompazo de mal genio y perder los papeles por completo. Además, llevaba años sin revisar la correa de la distribución de abrazos y que, a lo mejor, por eso, me costaba tanto darlos. No había hecho la revisión de los 30 mil besos, tenía los líquidos del humor también bajo mínimos y los filtros de malos ratos sucios por completo. Los neumáticos de la rutina totalmente destrozados ¿a qué te estas dedicando últimamente?¿demasiados baches de estrés?, porque mira, hasta los amortiguadores de desprecios andan desestabilizados, como si siempre te dieran del mismo lado, hijo. Los intermitentes de cambios de ánimo no te funcionan, el retrovisor de posibles daños ajenos roto y la luneta térmica para los días de soledad desconectada. ¿Y el maletero?, lo tienes lleno de trastos. Ya, me justifiqué, son las cosas del trastero que no sé donde dejarlas. El caso es que continuó enumerando y por fin se puso manos a la obra. En un par de horas salí y me sentí como nuevo, di algunos abrazos de rodaje y besé sin medida. No sé lo que me durará esta euforia, pero espero esta vez no tardar tanto en volver al mecánico.
5 de septiembre de 2008
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5 comentarios:
Ea, pues ya puedes pasar con cierta tranquilidad por la ITV.
Abrazos.
Pues si es este tipo de ITV, ni tan mala...no tardes que luego uno se anquilosa...
Me ha encantado esa inspección técnica de personas. Eres un crack, Larrey.
gracias, angelusa, la verdad es que con este tipo de relato (¿cómo llamarlos?) me siento especialmente identificado
Por cierto, angelusa, paso muy amenudo por tu café-bar, necesito que lo actualices más a menudo ¡ perezosa !
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