2 de septiembre de 2008

MICROS


La primera vez que lo vio, en la sala de espera del hospital, con esa melena, los pendientes, la barba descuidad, la ropa, agarró su bolso con miedo. La segunda vez tuvo todavía más miedo, pero se aferró a su brazo para suplicarle, doctor, salve la vida de mi hijo.

1 comentario:

Ángela dijo...

A veces pasa, si señor. Somos tan superficiales que nos influye más el aspecto que cualquier cualidad.
Qué tristeza de seres humanos.
:-)*