30 de septiembre de 2008

Para mí siempre será el indomable. Es de esos papeles que marcan tu vida, películas que no dejarías de ver, que aunque lo hayas hecho, cuando te tropiezas con ella en la televisión no puedes evitar sentarte y volver a verla, por enésima vez. No solo era Paul, el inconmensurable, el hombre más guapo y el mejor actor que he conocido, (al parecer hasta una muy buena persona, con unos principios intachables) no solo su presencia te himnotiza, porque la película en sí es buena, redomadamente buena. Ahora Paul no está. Se ha ido. Y algo perdemos de nosotros, como siempre que muere alguien a quien admiras sin mesura. Pero quedarán sus películas, sus 90 minutos de clases magistrales que se esconden en cada film. Os dejo una de mis escenas favoritas, un fetiche de este tristón cinéfilo garrafón:

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Dicen que no morimos del todo mientras alguien nos recuerde,
ÉL, no morirá nunca...
Fuiste uno de los grandes Paul!!!

Un abrazo Larrey.

CARPE-DIEM