Ayer, en mi tapita de tele diaria (el jueves es el único día que tras la tapa hay primer y segundo plato al estilo Alcántara) me crucé con Telemadrid (todavía no he tomado la medida profiláctica de desintonizar el canal, tal y como me recomendó mi terapeuta). Y digo esto como podía haber sido en la Dos, que creo que también estaba realizando el mismo directo. El caso es que estaba el funeral por las víctimas del MD-82 (hay que ver lo que nos gustan las siglas para estas cosas). En La Almudena, Madrid. Ahí estaba Rouco, presidiendo el funeral de Estado. No sentí pena alguna, ni tan siquiera un atisbo de esa angustia que me invade cuando ocurren estas desgracias tan concentradas. No. No reconozco el dolor en un tipejo al que odio echando soflamas sobre la grandeza de su Dios, ese Dios que aparentemente tenía demasiada prisa por acoger en su seno a esta gente. ¿Cuando terminaremos con esta rancia tradición?¿cuando se dará cuenta el gobierno de que vivimos en un país laico?. La religión (sea cual sea) debe salir de los organismos y actos oficiales del Estado. Que las familias, que la iglesia, que quien quiera organice un funeral o lo que sea que les ayude a despedirse de sus seres queridos. Pero el Estado no, por favor, acabemos de una vez con este lastre.
12 de septiembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Dilo más alto, porque más claro imposible.
EStoy totalmente de acuerdo contigo.
Publicar un comentario