28 de septiembre de 2008

EL SOLITARIO

¿Qué has pensado?. Verás, estaba sentado en el sofá. Y has venido. Estabas preciosa, con ese vestido que te marca los pezones y se te pega a las caderas. Al pasar a mi lado, entre la mesa y el sofá has suspirado, te has acariciado los muslos un poquito con los dedos, subiendo el vestido de esa forma tan sugerente, y te has llevado un dedo a la boca. Ya sabes como me pone eso, así que te he tumbado en el sofá. No te puedes imaginar que bien saben tus labios, y tu cuello. Tu te dejabas llevar y me metías las manos en los pantalones y me arañabas el culo, apretando fuerte y gimiendo. Yo te mordía los pechos, muy suavecito, y tiraba de tus pezones con los labios, para escuchar como gemías en esa barrera que hay justo entre el placer y el dolor. Te he quitado el vestido con tanta violencia que creo que te he hecho daño. Pero no has dicho nada, has seguigo gimiendo y llevando mi cabeza hacia abajo, justo entre tus muslos. Primero me he dejado llevar por tu olor, ese olor embriagador que me hace perder el control. He empezado con besos suaves, apenas la lengua ha empezado a juguetear con tu sexo tu respiración se ha acelerado, hiperventilabas y me arañabas las orejas y el pelo. Con la lengua he empezado a jugar con tu clitoris, rápido y suavecito, como a ti te gusta. Recién afeitado mi barbilla ha entrado también en el juego, y tus labios se han abierto, y la han abrazado. Y has empezado a moverte, a levantar la pelvis, a apertarme contra tí. Un dedo, después otro, y los gemidos cada vez más intensos, hasta que me has pedido que pare. No he querido, quería que te derramaras sobre mi, que me empaparas los labios, que sintiera tu orgasmo en la boca. No he necesitado explicártelo, has seguido moviéndote hasta que te has corrido sobre mí. Cuando has recuperado la respiración, el aliento y las fuerzas, te has sentado y me has hecho que me levantara. Me has bajado el pantalón del pijama, que ha tropezado un instante con mi brutal erección y has mirado mi sexo. Lo ha olido, mientras lo acariciabas con los dedos y empezabas con la lengua. Cuando lo tenía ya húmedo te lo has metido en la boca. Muy poquito, lo justo para juguetear con la lengua en la parte inferior de mi glande. Sabíamos los dos que no iba a durar mucho, así que he intentado apartar tu cabeza para sentir el orgasmo pero no has querido, has sacado mi sexo de tu boca y con la mano has dejado que se rozara con tu lengua. Izquierda y derecha, derecha e izquierda. Con cada paso mis gemidos eran cada vez más brutales hasta que he sentido el orgasmo, que te ha llenado la lengua, y el labio, mientras tú seguías jugueando con mi polla y me mirabas, con las mejillas sonrojadas de placer...¿qué te parece?. ¿Que qué me parece?, que ahora la que necesitare masturbarme para poder dormir seré yo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ufff... chiquillo qué caló !

Anda...Anda..!

He cambiado de opinión: ahora ya no quiero la menta poleo que estaba tomando, la cambiaré por un café con hielo...