Recuerdo una escena que se repetía mucho en mi barrio cuando éramos niños. Nos gustaba mucho jugar a Los hombres de Harrelson. Era la serie de moda y claro, una docena de hombretones salvando al mundo de los malos era muy tentador. El caso es que el reparto de tareas era diario con una frase que tiene valor jurídico: me pido X. Una vez que la pronunciabas sentaba jurisprudencia y su vigencia era de 24 horas. Pasaba lo mismo con el famoso (al menos en mi barrio) china doy, salva estoy, perejil, perejil, que no me den a mi. El caso es que al que le tocaba elegir el último le tocaba siempre el negro (sin malicia, pero éramos racistas, ¿para qué negar lo eviente?). Incluso solía subirse a casa enfadado. Yo no acababa de entenderlo, porque para mí el peor papel era el de TJ que siempre estaba en el tejado y era de lo más aburrido. El caso es que esto de elegir era muy típico de la infancia, y de la vida, si me apuran. En el fútbol pasaba lo mismo, no era por rapidez, sino por calidad contrastada (la de horas y horas en el parque). Nadie quería ser portero y acababa siéndolo el que peor la pegaba con los pies. Había muy pocas vocaciones cancerberas, pero jamás, nunca jamás en la vida, escuché a nadie decir ¡ me pido árbitro !. ¿Cómo narices llega alguien a querer ser árbitro?. Se mire por donde se mire, salvo por el sueldo, no es una profesión ni con prestigio ni con seguridad, porque la vida se la juega en un penalti mal pitado. Yo tengo mi teoría, además, como las conspirativas del 11M, basada en hechos irrefutables. Voy con las pruebas: Ontanaya López, Undiano Mallenco, Turienzo Álvarez, Teixeira Vitienes, Pérez Burrul...estos son algunos de los árbitros de fútbol de primera división este año. Y no es un plaga casual, no, que va, ejemplos hay muchísimos: Soriano Aladrén, Mejuto González, Guruceta Muro...¿no les parece casualidad tanto nombre extraño?. Es que es raro, con lo común que es en este país, encontrar un árbitro que se llame Martínez López. ¡ Claro !, porque si se llamara así y no supiera jugar al fútbol hubiera acabado de portero, seguro. Creo que los árbitros eran seres marginados, raras avis de patio de colegio tocados por la desgracia de unos apellidos malsonantes. De no ser así no podría entenderlo. Esa marginalidad, unido a su mala pata con el balón, les hace buscar venganza y ¿cómo?, haciéndose árbitros, se van a cagar estos macarrillas. Y que nadie se me ofenda, eh, que esto no es más que una broma...¿cómo que tarjeta roja?, pero ¿tú estás tonto?, cucaracho, ¿es que llegaste tarde al reparto de cerebros y te dieron una esponja?, ¿o es que en lugar de ojos tienes dos morcillas de Burgos?.
26 de septiembre de 2007
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