9 de septiembre de 2007

MICROS


Es un acto repetido en los meses que han compartido en la habitación del hospital. Misma edad, misma dolencia, mismos miedos. Al despertarse cada mañana giraba el rostro y se se sentía aliviado: los dos siguen vivos. Hoy, en cambio su compañero ya no está, y lo raro es que se ha sentido más extrañamente aliviado, al menos él sí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Quizá para su compañero ya haya terminado todo dolor y desaparecido todos los miedos, entonces ya ha terminado su sufrir….o, puede que haya sido dado de alta por pronóstico favorable de superación de sus males, entonces, al compañero que permanece hospitalizado le nace la esperanza de que le ocurra lo mismo.

Aún así, el que marchaba podía haberle dejado su abrazo y alguna palabra, es triste encontrarse esa cama vacía por la mañana y ninguna explicación, más tiste que el adiós, es muchas veces la pregunta de qué lo ha motivado.

Abrazos, Larrey, chaíllo

Larrey dijo...

eso era una evidencia de la clase del adiós