Paseando por mi ciudad me encuentro innumerables obras. No me refiero a las zanjas en busca del tesoro, hablo de la construcción de edificios. No sé si me consuela o me entristece, pero esto mismo lo podéis decir vosotros de vuestras ciudades, ¿verdad?. El caso es que desde hace mucho tiempo vengo observando que en la gran mayoría de ellas hay una bandera española en lo alto del edificio en construcción, y realmente no sé a que responde esa costumbre. No sé si es una absurda exigencia gubernamental, tan absurda que me costaría creerla, una reivindicación de los obreros nacionales frente a la necesaria invasión (no pongo las comillas ¿son necesarias?) de operarios extranjeros. Algún juego extraño en relación con algún evento deportivo del que cundió el ejemplo. La verdad es que desconozco la razón, pero como siempre las banderas (incluso aquellas – muy, pero que muy poquitas- con las que me pudiera sentir identificado) me producen repelús. Son excluyentes (yo soy, tú no) o incluyentes (ambos somos), y en los dos casos me parecen tristes. Evidentemente cada uno puede hacer lo que quiera en su casa y si quiere poner sábanas rojigualdas o del Barcelona (madre, que aberración las habitaciones futboleras de los niños de cinco o seis años) está en su derecho, pero cuando lo hacen supongo que querrán decirnos algo. Si yo saliera a la calle con una bandera republicana, por ejemplo, estaría diciendo que defiendo esa idea, la de la república, frente a la monarquía. No necesariamente quien me viera iba a entenderlo, porque si algo tienen las banderas, duela a quien duela, es ambigüedad. Un obrero que coloca una bandera española en su lugar de trabajo ¿qué me está diciendo?. ¿Qué es español como el 84% de los que van a ver esa bandera?. Siempre que saco este tema hay ciertas personas que me responden lo mismo ¿no eres español?, ¿no estamos en España?¿qué pasa, te avergüenzas de tu bandera?. La verdad es que me callo, pero bien pudiera darles una respuesta, cuando menos, contundente, o en su defecto una verdad sincera: no, vergüenza no, pero orgullo tampoco, ninguno. Porque lo siento, pero esa bandera en la gran mayoría de los lugares en las que está no me representa. Lo hace, por ejemplo, en el extranjero, como un lugar común, o mira tu que curioso, en los balcones de los consistorios del País Vasco, donde creo que ese trapo (venga, que no se ofenda nadie) está haciendo su mejor papel, que no es otro que luchar por la tolerancia. Pero el tema de las obras no logro entenderlo, no consigo encontrar una respuesta, así que si me hacéis el favor de arrojar un poquito de luz, pues lo agradecería.
10 de septiembre de 2007
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3 comentarios:
J, mi amigo de derechas (viejo conocido del blog) dice que es una tradición que celebra que la obra ha terminado sin muertos o heridos. Pero por aquí (entiéndase mi trabajo) no andan muy conformes, vamos, dadnos respuestas.
Llevo la bandera en el "papel tapiz" del movil que heredé.
Nadie piensa que soy un ultraderechista, sino que me gusta el país por su gente, sus playas, su café, su música, el bacalao, sus tópicos, su equipo de futbol que gana en los penaltys a Inglaterra...
Quizá sea porque es la bandera de Portugal.
Es así de simple, el mismo español visto por el mismo español con una bandera española, puede ser un facha si está en una manifestación organizada por las FAES y un futbolero si viene de sufrir un España-Letonia. Pero para mí todas las banderas son peligrosas, todas las banderas llevan escondidas un par de tibias y una calavera
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