Todos tenemos manías. A los niños las rutinas les ayudan a centrarse en la realidad que les rodea. Pero ¿en qué momento esas rutinas se transforman en manías que nos tiranizan a los padres y a los propios hijos?. Dormir con un conejito, ¡ fenomenal !, si le ayuda a dormirse tranquilo, pues ¿qué problema hay?. Pues que el conejito no tiene las virtudes de un Dios, entre las que se encontraría, a poco que se precie, el don de la ubicuidad, así en la casa del pueblo del amigo de su padre puede que no esté (por qué a sus padres se les olvidó incluirlo en la interminable lista de "cosas del peque") y, entonces ¿qué?, ¿ya no puede dormir?. Es cuando estamos tiranizados. De todos modos no quería hablar de las manías de los peques, ni tan siquiera de las grandes manías que nos obligan y condicionan la vida, sino las pequeñas dentro de los actos más simples del día a día. Por ejemplo yo (dicen que soy muy maniático), me encanta escribir con ediding (el 3000 es el estandar, pero gusto de usarlos de todos los tamaños), incluso en el trabajo, en papel reciclado de otras tareas tomo notas con edding. Pues siempre, sea el momento que sea, nada más abrilo tengo que olerlo. Sí, me lo llevo a la nariz en un gesto apenas imperceptible para el resto y aspiro su aroma de alcohol y tinta. Muchas veces ni me doy cuenta. Es a esas a las que me refiero. Por ejemplo, beber la leche en tazón alto (odio los tazones bajos y anchos), coger la cuchara al contrario (es difícil de explicar) cuando como un yogurt y no acabar con su contenido a la primera, sino alisarla en un primer ataque y zamparme el resto en el segundo. Sacar el pie de las sábanas o la manta cuando me meto en la cama, y bajar todas las persinas y focos de luz (de esta me estoy rehabilitando) si voy a dormir. Apagar la radio del coche cuando voy a aparcar y bajar el volumen mientras busco sitio. Tocar el teclado del ordenador nada más entrar en casa, para que se active la pantalla por si quiero ver algo. La cierveza tiene que estar siempre muy fría, si es en botella nunca con vaso y si es una caña, mejor uno de tubo. A las lentejas les echo vinagre y a la sopa limón y nunca me he planteado si estarían mejor de otra forma. No, si al final tendrán razón mis amigos, que es que soy un tipo de lo más maniático. Aunque la manía que más me gusta es querer mucho a mi gente, a mi modo, pero quererles mucho. ¿Cuales son las tuyas?.
11 de septiembre de 2007
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4 comentarios:
Uff Larrey, lo de las manías....
no es fácil vérselas uno a sí mismo, tú pareces conocerlas bien.
Las mías??... bueno, tengo, eso fijo, tengo manías pero no me parece que muchas, a ver...
me pasa como a tí: quito la música o la radio cuando voy a aparcar, no, no sólo cuando voy a aparcar sino cuando entro en ciudad.
a ver, a ver, más manías:
Bueno, qué digo, a veces si voy de copiloto tengo que hacer un esfuerzo por no apagarle la música también al conductor, eso ya es pasarse, eh?, no obstante, extiendo el brazo para hacerlo y en cuanto me doy cuenta lo retraigo. Si el conductor/a me dice algo yo le contesto así claramente que le iba a apagar la música mirándome ellos/as después algo desconcertados... pero yo, pues les digo la verdad, a ver...
Suelo aparcar siempre en el lado izquierdo cuando llego al parking de mi curro, es raro raro ,raro que tire alguna vez a la derecha, como que no...
También duermo con los pies fuera de la cama, sin tapar, quiero decir, con una almohada extrafina, casi sin ella y antes de quedarme dormida juego con la oreja de mi "vecino", a veces se molesta y me espeta un "deja ya la oreja, joderrrr" eso me fastidia un "güevo", casi estoy cogiendo ya el sueñito y me salta con lo de "que me dejes la oreja", me sobresalta y me da un mal rollo...
tengo más, seguro, pero estas son así las que me han venido primero a la cabeza.
chaíllo
¿Manías? Yo tengo una que me saca de quicio a mí misma :al abrir un paquete de tabaco nuevo, antes de encender el primer cigarrillo tengo que doblar en un rectángulo perfecto el plástico del envoltorio, enrollarlo en el papelillo de plata ese que cubre los cigarros y doblarlo en tres partes...¡incluso aunque me esté muriendo por empezar a fumar!
Y esa es solo una...no hay espacio suficiente en este blog para que te cuente todas...
Un beso,
Begoña
Begoña (interesante manía, por cierto) no infravalores el espacio de este blog...
Milena, la manía de los pies por fuera es fácil de quitar. Sólo te tienes que ir a vivir a, por ejemplo, Helsinki, jajajaja.
Yo no soy especialmente maniático, pero en lo de la cerveza, larrey, coincido plenamente contigo. Aunque, eso, ¿es ser maniático o saber beber cerveza? jajajaja.
Abrazos.
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