Levantarse. Acción de recuperar la verticalidad, de desasirse del abrazo de morfeo y volver al mundo de la consciencia. Ya sea previo manotazo al despertador y/o maldiciendo no haber aceptado el dichoso turno de tarde, o por el rayo de sol tozudo, hasta por el dolor de espalda por llevar demasiadas horas horizontales. Un ser humano razonablemente normal, sin entrar a discutir lo que sería la norma, puede levantarse una media de 1,1 veces por noche. Esto es, una de cada diez noches se levantaría para volverse acostar: pis, agua, limpiar un orgasmo...en fin, las razones pueden ser varias. Esto supone que en diez años habrá repetido la acción de verticalizar su cuerpo unas 4.000 veces. Yo, en los primeros nueve meses de vida de mi segundo hijo estoy rozando una media de cinco verticalizaciones forzosas por noche. Puedo contar y detallar con fechas las tres noches en las que me levanté solo dos veces, la del biberón y la del despertador. El resto acumula un histórico interesante. Si hubiera de dar una media me quedaría con las cinco, que compensaría las noches de diez con las de tres, por ejemplo. Esto me da ya una cifra de 1.350 veces de levantarme para acunar, arropar, arrullar, alimentar, poner el chupete, revisar origen de tos, medicar y un etcétera que los que sois padres podréis comprender con sincera empatía. Si a esta cifra añadimos el primero año de vida del mayor, en el que rondaría las 1.400 repeticiones, estaríamos hablando ya de que me habría levantado 2.700 veces tan solo en 21 meses. ¡ Qué barbaridad !, 2.700 veces repitiendo el mismo gesto, maldiciendo la suerte de tener unos hijos tan guapos, tan sanos, tan listos, tan simpáticos ¡ y tan poco aficionados al sueño ! Así, considerando, cosa que no sería cierta, que entre el primer año de vida del mayor y los nueve primeros del pequeño rozara la normalidad, en cinco años habría alcanzado la nada desdeñable cifra de ¡¡¡ 4.000 !!! Esto supone que me he levantado en cinco años las veces que te podrás haber levantado tú, que no eres padre, en los diez últimos. Y todavía hay algunos que me preguntan por qué tengo estas ojeras como torrijas y la cara de vinagre hasta el café de la mañana.
18 de marzo de 2009
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4 comentarios:
Querido padre,envidia sana me das...en unos años,que se te harán muy rápidos,te veo escribiendo na entrada referida a la de noches que no hay verticalidad ,pero como si la hubiera,permanecerás despierto ,eso si en horizontal..hasta saber que tus hijos estan en casa...
Que envidia sana de bibe...
besitos
dafne
calla, calla, que me da un miedo...
¡¡¡¡ mis hijos no saldrán de noche hasta los cuarenta !!!
Estoy con Dafne, benditos bibis y pesadillas que tenemos que consolar, la puerta cerrada y todos los miembros dentro de casa....después, ...ufff, empezaremos a entender a nuestros padres. Bss
Me permito corregir tu entrada. Donde dices "...hasta el café..." debe decir "...hasta los cafés...". Mi dependencia de la cafeína es muy alta y con uno no me llega. De hecho en un bar nunca había tomado (y pocas cosas me quedaban por probar en un bar) un café solo doble, hasta que fui padre.
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