10 de marzo de 2009

EL POR QUÉ DE MI ATEISMO


Lo he dicho en otras ocasiones, soy ateo por la gracia de Dios. Hoy me apetece contarlo. Quizá sea un poco largo, así que estás a tiempo de hacer clic.

Con trece años era el típico parroquiano de barrio obrero de gran ciudad. Había hecho la Confirmación (convivencias mediantes) y pertenecía a lo que en mi parroquia se llamaba "grupo de vida", que son una suerte de grupos de autoayuda (religiosa, por su puesto) puente entre otros de mayor compromiso de la secta. Hacíamos una reunión a la semana y nos abríamos como flores, no solo ante nuestros compañeros, sino ante el monitor, que rondaba, quiero recordar, los veintimuchos. Aterrador. Este monitor se llamaba Manolo, y es uno de los vértices del triángulo de la historia. Como digo era un chico de barrio, así que tenía, para mi fortuna, unos amigos de toda la vida que no todos compartían con nosotros (otro sí) la afición al grial y los rezos cantados con guitarras en misas de a ocho. Uno de ellos era Jose María (el segundo vértice), y era mi mejor amigo. Un día contaré la historia de nuestra amistad, porque la hay. El caso es que él era de los que no participaban del "gozo de la fe". Y el tercer vértice se llamaba Mamen, y era una preciosa niña rubia, compañera del colegio y de la parroquia, con la que mantuve una extraña relación de amor en distancia corta sin contacto durante años hasta aquellas fechas, en las que nuestros encuentros empezaron a pasar más allá de un ¿te llevo los libros y te acompaño?

El capo de la parroquia y de la historia era el Padre Alfredo, que ejercía un híbrido entre el paternalismo y el nacismo muy propio de algunos curas de la época. Aun recuerdo su olor a tabaco cuando confesaba mis tocamientos muerto de miedo. Como digo, ejercía de capo absoluto del sitio, y todo pasaba por sus manos y por su control. Tanto que él fue el verdadero responsable de mi ateísmo. Por un lado habló conmigo, haciendo sonar la alarma por primera vez. Tu amigo no te conviene, me dijo literalmente, recuerdo la conversación como si estuviera visionando una película antigua mil veces vista. No te convienen amigos que te alejen de Dios y de la parroquia. Algo chirrió por dentro. Pero claro, resultaba fácil no cumplir, por mucho que Dios estuviera de su lado, no podía perseguirme por las callejuelas del barrio, así que no tenía la más mínima intención de abandonar a mi amigo. Después estuvo el asunto de Manolo, nuestro monitor, que por una razón que desconocemos entró en conflicto con este peculiar cura y lo echaron del grupo. Nosotros, en bloque, dijimos que no aceptaríamos otro monitor e hicimos un conato de rebelión en las puertas de los salones parroquiales en alguna de las muchas fiestas. Aquellos movimientos políticos desprestigiaron en mi intelecto mucho la labor del pater, soplando con más fuerza a un mar ligeramente embravecido. Y la gota que colmó el vaso fue cuando mi querida niña, la misma que me había gustado desde cuarto curso, dijo que no podía seguir conmigo, en esa extraña relación que manteníamos. Descubrí al poco tiempo que había sido el mismo cura, el famoso Alfredo, el que le había aconsejado que se alejara de mí pues reflejaba la tentación de la carne. De un plumazo se había cargado tres referencias, tres pilares de mis creencias. Me vi un día sentado en las escaleras del barrio, arrebatado por la rabia, por el desconcierto, y algo hizo crash en mi cabeza. Abrí la caja de pandora. Me hice la primera de las preguntas del ateísmo: ¿es posible que exista un Dios que permita que personas como el Padre Alfredo sean sus representantes? Después vinieron otras muchas preguntas, tantas con tan pocas respuestas que cuando quise darme cuenta había dejado de ir a misa, había dejado de rezar, había dejado de pensar en Dios. Tardé algunos años en reconocerme a mí mismo como ateo, pero el camino se había comenzado en aquellos meses de primavera. A aquella parroquía jamás he vuelto a entrar. Así que gracias, Padre Alfredo, muchas gracias por hacerme ver la luz.

4 comentarios:

Elena dijo...

Por el mundo hay varios Padre Alfredo y otros que no se parecen nada a él... esos son dignos de un gran chapó, por su tiempo, por su esfuerzo, por su dedicación...otros....mejor fuera.

ralero dijo...

Yo soy ateo... por la gracia de dios.

Abrazos.

Jésvel dijo...

Interesante. No entiendo de dónde sale realmente tu convicción de ateismo, pero sí, eres ateo y, creo que tienes razón, eres ateo por la Gracia de Dios.

Me acabo de plantear que quizás yo deba ser capaz de plantear por qué soy creyente.

En fin, lo dicho, interesante y edificante, la verdad.

Dudu dijo...

Querido hijo,

Hay de todo en la viña del señor. Pero olvida lo pasado y amararos y fornicaros los unos a los otros...