No consigo entenderlo. Soy una mujer de éxito, atractiva, segura de sí misma. Decenas de hombres darían media vida por llevarme a cenar. Y, en cambio, yo pierdo el tiempo con este aprendiz de pintorzuelo, descastado, mal vestido y sin más ambición que hacerme la vida imposible. Sé que es perjudicial para mi vida, pero es como el tabaco, o el alcohol. Uno se levanta con la resaca y dice, no volveré a beber, pero después, aparece con esa sonrisa de niño bueno, meneando su melena, me coge del cuello, me mete la lengua hasta el gaznate y me olvido de todo. El mundo desaparece debajo de mis pies si su mano se mete entre mi falda y entra en mi coño. Es como si el cerebro dijera, está bien, otra vez, es cosa tuya, tú sabrás lo que haces, yo me largo. Y me quedo con los sentidos y la locura. ¿Cómo es posible que una mujer como yo sea adicta a una polla? He hecho por él y con él cosas que ni yo misma imaginaría en mis sueños más sucios. Se ha corrido en mi cara tantas veces que no podría contarlas. A priori y a posteriori me parece humillante y nada excitante para una mujer recibir la leche en los ojos, en las cejas, en el pelo. Pero después, le estoy chupando la polla y estoy deseando que lo haga, y se lo pido, porque necesito que descargue la leche sobre mí, lo necesito como toda adicta necesita su dosis. Y cuando terminan las dentelladas me siento como una niña pequeña a la que le han quitado el juguete, porque quisiera que siguiera descargando sobre mí eternamente. Esa es la adicción. En ese momento soy feliz, y la parte de mí que es consciente de esta locura permanece dormida entre los gemidos. Y no solo su polla ha descargado sobre mí. Otros hombres lo han hecho mientras él nos observaba. Y yo no veía los ojos de quienes gozaban de mi adicción sino los suyos, y me ardía el alma de ver su erección mientras una polla dejaba sobre mis pechos su indiferente leche. A él le gusta grabarlo y después lo vemos y me come el coño hasta que me corro, extrañamente excitada de verme con varias pollas erectas rodeando mi cuerpo, penetrándome por todos los rincones imaginables. Después llego a casa con la resaca y me prometo que será la última vez que acceda a uno de sus juegos. Y tal vez estemos un tiempo sin vernos y entonces aparece en casa con una amiga y me incita a besarla, y aunque no me gusta acabo gimiendo en su coño anhelando que se corra mientras él está detrás de mí, penetrándome brutalmente, como lo hace siempre. Incluso cuando es a ella a quien la penetra siento una excitación sobrehumana, y me masturbo como una adolescente mientras ellos follan como locos. Me ha atado, amordazado, humillado en público, me ha obligado a hacerle una felación en el cine, en el teatro, nos hemos grabado y hemos colgado películas bajo el seudónimo de putita y su chulo, he comido todo lo que una puede imaginar de comestible en un cuerpo humano. Y siempre he tenido orgasmos indescriptibles en cada una de estas absurdas peticiones ¿Por qué lo hago? No lo sé, ¿por qué siguen consumiendo los drogadictos? Porque no pueden evitarlo. Él es mi droga. Y pienso dejarla, no quiero volver a sentir su polla, ni sus dedos, ni sus gemidos, ni sus labios sobre mi cuerpo…esperad, tengo un mensaje… es él, que viene a casa con unos amigos, Dios, ya me tiemblan las piernas, ya me está chorreando el coño, ya está de nuevo la droga a las puertas de mi deseo.
9 de marzo de 2009
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2 comentarios:
Jejeje...tal como están las llamas,no se me ocurren cosas que decir que sean políticamente correctas,es decir "templadas".
Emulando a Doris lesing diré:el sexo es una droga dura.....(tan dura como otras cosas)
feliz y cálido lunes
Desos
Dafne
Larrey, ufff,estos lunes empiezan de "vicio"...jajaja
La protagonista se siente viciosa, pobre mujer...el sexo tiene que ser con viciooooooooo!!!
Me gusta tu trastero en llamas!
Ahora que releo mi comentario...cuanto vicio veo, no?...jajajajajajjaja
Un beso Larrey,hoy vic....
bueno me callo.
Hala a disfrutar del dia...
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