21 de marzo de 2009



INCLEMENCIA
Talada la esperanza tajo a tajo,
Su exangüe corazón ya es sólo un hueco
Estático, enlutado, helado y seco,
Caníbal devorándose a destajo.
Sin pulso es un atónito pingajo,
Quimérico e inútil embeleco
Que, mudo, implora el bálsamo de un eco,
Rendido, sin aliento y cabizbajo.
Y, yermo en la añoranza, languidece,
Tirando de sus huellas con desgana:
La vida, sin los sones de un mañana
Que den sentido al duelo, no merece
La pena ser vivida; es un calvario
Tan sórdido y brutal como precario.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No es éste un poema
para un inicio de primavera, Poeta.
Siente sus "ecos" envolventes
de notas de azahar...

La vida siempre, siempre, merece nuestro calvario

Lejanas pero próximas: mis manos