15 de mayo de 2008


SUTILES VENGANZAS

Si algo se demuestra con la detención del jefe de la policía local de Coslada es que no todo vale. Aunque la justicia actúe tarde, finalmente actúa a veces. Y así debe ser. Y lo de Coslada no es más que una pequeña costura a la cultura tradicional española del trapicheo, el escaqueo, el choriceo y el cachondeo. Y no, las cosas no deben ser así.
La gente se vanagloria de no pagar impuestos, de cobrar dinero en negro, de no pagar las multas, de aparcar “dónde me sale de los cojones” como me han dicho en mi barrio, de intentar evadir las colas haciéndose el loco, de contaminar ríos sin poner las medidas adecuadas en la empresa que uno dirige, etc etc etc.
Y lo peor de todo, estos tipejos sin escrúpulos no hacen más que reírse de los demás como si el resto fuéramos gilipollas por hacer las cosas medianamente bien.
Luego también en España existe la desprotección absoluta al ciudadano ya que uno se queja al capullo (no me sale ni siquiera poner individuo) infractor y poco más y acabas en comisaría por escándalo público y el infractor de verdad, descojonándose en tu cara.
Por eso propongo medidas ciudadanas, que rozan lo delictivo, pero que están plenamente justificadas para escarmentar a los listos:
Vas a aparcar y llega el típico listo que se cuela y aparca allí. Lo que hay que hacer es tomar aire para serenarse y esperar tranquilamente a que el tío se vaya. Una vez el tipo ha dado la vuelta a la esquina, bajas de tu coche y tienes varias opciones, romperle los dos espejos retrovisores (una buena putada), o pincharle las cuatro ruedas (una gran putada). Sí, sé que es una medida excesiva, pero sin embargo, tengo claro que ese cabrón la próxima vez se pensará lo que hace. Además que uno va a buscar sitio mucho más relajado.
Igualmente al típico hijo de puta que se pica en la carretera contigo y el asesino, porque no tiene otro nombre, se acerca a ti tanto que te arranca en movimiento el espejo retrovisor. Eso le ha pasado a mi hermana. Ella puso una denuncia y no sirvió de nada. Pues lo que hay que hacer, una vez hayamos recuperado el pulso del corazón que nos ha desbocado la acción del tío capullo, es seguirle. Que él no sea consciente. Una vez el tío haya aparcado procedamos de la misma forma que en el ejemplo anterior, pero en este caso añadiremos un toque mágico que nos va a satisfacer enormemente. Le dejaremos una nota en el cristal que diga: “Buenos días. Soy la del retrovisor. Que pases buen día”. Esta nota es el remate al ataque de mala ostia que le va a entrar al tío cabrón. Y va a convertirse en una dulce venganza.
Lo mismo pasa con el banco. Te llega un recibo a casa en el que te cobran las tarjetas, las transferencias que hace uno mismo por internet, etc. Vamos que te cagas en todo. Calma. Uno llama al banco para que le aclaren el porqué de esos cobros. Si contesta un tipo listo te dirá que no se preocupe, y te hará una oferta para engañarte por otro lado. Pero al menos habrá sido listo. Pero si te contesta el típico imbécil y te dice que es lo que hay, hay que sugerirle muy sutilmente que te vas a cambiar de banco. El capullo se reirá, pero cuando se les marche mucha gente, la cosa no será tan graciosa.
¿Y llegar a tu coche a las dos de la mañana y encontrarte con que está encerrado por otro que ha aparcado en doble fila?. La mayor putada que uno puede hacerle, después de tener experiencia y pitar, molestando a los vecinos, sin resultados hasta al menos 20 minutos después, "es que estaba en el bar", es coger directamente el teléfono y llamar a la policía para que avise a la grúa. Tú le dices que llevas media hora allí y que has avisado a todo el mundo en los bares de los alrededores. Una vez esté la grúa, al cabrón le van a cobrar la multa y la recogida de su vehículo mal estacionado. Uno perderá una hora, pero al menos la venganza será dulce.

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