26 de mayo de 2008

LA REBELIÓN DE LOS OBJETOS

Muchas veces pienso que los objetos tienen vida propia. Nada nuevo si ya leiste a Millás, ¿verdad?. El caso es que hay objetos esquivos que justifican por si solos la fantasía de su movilidad. En mi caso es el quita grapas, diabólico objeto. No importa el día, no importa la hora, no importa la urgencia, cuando echo mano de él siempre está en otro lugar. Creí dejarlo en el bote del segundo regalo de San José, pero no. Quizá en otro bote, tampoco. ¿En los cajones, tal vez?. Tampoco. Al final está en el estante tras mi silla. Después lo busco en el estante, pero ya está en el cajón, y cuando es el cajón el primero al que acudo aparece en cualquiera de los botes. No es el primero, además, que pierdo y del que jamás vuelvo a tener noticias. Son como hijos esquivos, rencorosos y recelosos que me huyen y un día se van para no volver. Y ni escriben, ni me llaman, ni dan noticias. Me da por pensar que no son felices. ¿A alguien le gustaría trabajar de quita grapas?. A mí me parece un trabajo de lo más ingrato. El bolígrafo, por ejemplo, tiene momentos sublimes de creación, tal vez una firma importante, ese poema, esa frase de amor, esa dirección que cambiará tu vida. Las gomas de borrar son las dueñas de la perfección, ellas son el primer paso para arreglar los errores. ¿Qué me decís de los possit?, su trabajo es el más emocionante de todos, hoy estás aquí, mañana allí, nunca sabes donde amanecerás. ¿Quien no envidiaría la virilidad del sacachorchos?. pero ¿el quita grapas?. Metes tu cabeza entre el metal y el papel, sin saber si estos quieren o no seguir casados, haces click y otra vez a tu escondite. Si yo fuera quita grapas también huiría y tal vez incluso buscara una chincheta con la que montar una familia. No es tontería, ¿cómo pensáis que salieron los lapiceros con goma?, ¿de algún diseñador?.
Creo que a partir de ahora miraré con otros ojos a los objetos que me rodean, sobre todo al quita grapas que, por cierto, ¿dónde está?, quería decirle que levantara el ánimo, que siempre podría ser peor, o eso me ha dicho hace nada la escobilla del vater...

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