Tuve una discusión con mi pareja, entendamos esto como un intercambio educado de opiniones, sobre la ministra de defensa y su decisión de no apurar su baja maternal en favor de su marido. Salió a colación por una carta en el periódico que mostraba, precisamente, la opinión de mi pareja, que no es otra que Carme va a ser un malísimo ejemplo para el resto de las mujeres, pues parece evidenciar que para llegar a un puesto de responsabilidad es necesario renunciar a las ventajas (sí, ventajas) de ser madre. No era el único argumento, más bien era un entramado de ellos que defienden, entre otras cosas, que el vínculo entre madre e hijo (madre, no padre) es fundamental en los primeros meses de vida. Y en eso estamos de acuerdo. No hablamos de derechos y deberes, donde somos iguales, sino de vínculo emocional, que si no es la palabra adecuada sabéis de sobra a lo que me refiero. Lo que pasa es que, en el tema de la ministra, yo lo veo de otro modo. Ella ha elegido voluntariamente no disfrutar de su baja. Si no fuera ministra, si fuera una mujer normal y corriente, bastaría una reflexión del tipo ella se lo pierde o pobre crío, va a perder unos meses básicos para él. Bien. Pero, en definitiva, la madre tiene todo el derecho del mundo a no ser una madre tipo, a no entregarse al cien por cien a su maternidad, a darle prioridad a su carrera. No nos gustará porque extrapolamos eso a nuestra realidad y jamás lo haríamos, pero no podemos censurar a esa mujer por haber elegido ser más trabajadora que madre. En cambio, al ser una ministra, al ser un cargo público, la estamos obligando a ser madre antes que a ser mujer. Estamos obligándola a tener una respuesta concreta ante su maternidad, (disfrutar de sus cuatro meses de baja) y eso va en contra, creo, justo de lo que supone el feminismo y el progresismo, que es la libertad de la mujer y el individuo para elegir. Podremos decir que es triste que lo prefiera, que se siente presionada, lo que queráis, pero lo ha decidido voluntariamente y eso va a misa, por muy ateos que seamos.
Algunas veces caigo en la tentación de pensar que siempre vamos a los extremos, que el feminismo, por ejemplo, acaba siendo tan dictatorial como el machismo, porque impone, bajo otros principios, con otros objetivos, pero impone. Y eso no me gusta. Nunca me ha gustado.
2 comentarios:
Bueno... sí... aunque, del fondo de este asunto yo, que soy bastante retorcido, extraigo algunas otras reflexiones. Y es que creo que nadie, ninguna mujer, ningún hombre, por ser madre o padre, habrían de renunciar a la condición de tales ni tampoco a su carrera. Eso sí que debería ser un derecho básico para todas y todos, esa tan cacareada conciliación de la vida familiar y laboral que brilla especialmente por su ausencia. Y lo de la ministra -o así fuese ministro- no deja de reflejar una profunda injusticia. Y es que la ministra lo hace porque puede -tiene los recursos suficientes-, y esto es justo, claro, porque toma su decisión de un modo, digamos, más o menos libre. Hay mujeres -y también algunos hombres- que, por carecer de esos recursos, no podrían decidir hacer lo mismo o, que, incluso, corren el riesgo de verse de patitas en la calle si no hacen eso mismo que hace la ministra, renunciar a su derecho, que lo es. Una situación de hace muy poco por resolver ese gobierno -al igual que otros muchos- del que forma parte esta ministra que sí ha podido decidir en libertad.
Abrazos.
Comparto vuestras opiniones, yo añado que es muy difícil por no decir imposible compatibilizar óptimamente lo público con lo privado. Por algún lado la cosa hace aguas, ahora mismo ambas tareas le exigen una dedicación cuasi absoluta que no podrá conceder y ambas facetas se van a ver resentidas. Me daría igual que en vez de ministra fuera ministro, en el caso de ella quizá sea aún más estresante porque la vinculación biológica con el bebé en estos momentos es más fuerte.
Es el tema también de la "superwoman" no se puede ser un crack en todo y no hay por qué.
Enfín, es una decisión "libre" de ella que, como dice Rafa no pueden permitirse todas las mujeres. En mi caso, cuando tuve a mi primer hijo, tenía un "contrato basura" de un ayuntamiento de izquierdas y no pude disfrutar de mi baja maternal, por lo que decidí "libremente" pasarle un mes de mi sueldo a una compañera que me sustituyó e incorporarme a mi curre con sólo treinta días de descanso. Desde luego, lo que yo hubiera "elegido" libremente hubiera sido una excedencia de un año porque, mi prioridad era mi hijo.
También estoy de acuerdo con lo que dices de que ella será socialmente más criticada que si fuera varón, y en eso se nota aún los prejuicios sociales; seguro que muchos-as de los que la critican por "abandonar" a su niño por su ambición, resulta que atienden a sus hijos formidablemente, vaya; cuando la mayoría "pasan" o "pasamos" mucho de nuestras responsabilidades paternas
Enfín....
Abrazotes
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