La vida está marcada por esos grandes problemas que nos atenazan, las hipotecas, el sufrimiento por los hijos, el trabajo, la salud. Son como grandes quebraderos de cabeza que siempre están ahí, solapándose, en solitario, pero siempre hay alguno, están sobre nuestras cabezas como el sol y las nubes, y en cambio no somos conscientes a cada instante de su presencia. Eso hace que lo que yo llamo pequeñas jodiendas nos puedan incordiar durante unos segundos tanto o más que esas grandes preocupaciones. Son detalles, nimiedades, tonterías comparadas con la magnitud de las espadas de Damócles que penden sobre nuestra existencia, pero que durante un instante nos irritan, nos sacan de quicio y nos hacen maldecir. Algunas, además, son repetitivas, cada cierto tiempo están ahí, para darnos por donde amargan los pepinos, que por si alguno no lo saben, suelen amargar por el culo. Son como la china en el zapato, que sí, que es una china insignificante, pero no me deja caminar. Son las que nos hacen usar la tópica muletilla de "no hay cosa que me fastidie más...".
Tengo una, puede que de las nimiedades diarias sea la que más me incordie. Ocurre con la lavadora y la secadora. La primera está en la cocina, la segunda en la terraza. Entre ellas hay media docena de pasos y una cancela, con su llave. El proceso, lógicamente, es siempre el mismo, de la lavadora a la secadora. Por el tema de ahorrar agua y todo eso, intentamos llenarla al máximo, así que cuando llevo la ropa a la secadora suelo ir bastante cargado, perdiendo prendas en el trayecto. Dejo la cancela abierta y entonces es cuando ocurre, abro la secadora, intentando no perder un calzoncillo, porque si se caé, al agacharme para cogerlo suele caer un calcetín, o una camiseta y se inicia un bucle de ropa que cae y sube, y es entonces cuando ocurre, alguien (puede que yo) se dejó la secadora puesta ayer y ahí está, la ropa seca que, por pura lógica, ha de salir antes de entrar la mojada. Esa es la escena, yo abrazado a ropa chorreante, sin saber que hacer con ella, y la secadora llena de ropa seca, como riéndose de mí. Maldigo mi suerte y la manía de dejar la ropa en la secadora. ¿Qué hago?. Algunas veces intento sacar una manteniendo la otra, pero suele ser un desastre, así que lo normal es que vuelva a dejar en la lavadora la ropa mojada y saque la de la secadora. Ya sé, ya sé, hubiera bastado con hacer ese trabajo antes, pero ¿cómo es eso de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces?.
Esa es, de las batallas diarias, la que más me saca de quicio, ¿cuál es la tuya?.
Tengo una, puede que de las nimiedades diarias sea la que más me incordie. Ocurre con la lavadora y la secadora. La primera está en la cocina, la segunda en la terraza. Entre ellas hay media docena de pasos y una cancela, con su llave. El proceso, lógicamente, es siempre el mismo, de la lavadora a la secadora. Por el tema de ahorrar agua y todo eso, intentamos llenarla al máximo, así que cuando llevo la ropa a la secadora suelo ir bastante cargado, perdiendo prendas en el trayecto. Dejo la cancela abierta y entonces es cuando ocurre, abro la secadora, intentando no perder un calzoncillo, porque si se caé, al agacharme para cogerlo suele caer un calcetín, o una camiseta y se inicia un bucle de ropa que cae y sube, y es entonces cuando ocurre, alguien (puede que yo) se dejó la secadora puesta ayer y ahí está, la ropa seca que, por pura lógica, ha de salir antes de entrar la mojada. Esa es la escena, yo abrazado a ropa chorreante, sin saber que hacer con ella, y la secadora llena de ropa seca, como riéndose de mí. Maldigo mi suerte y la manía de dejar la ropa en la secadora. ¿Qué hago?. Algunas veces intento sacar una manteniendo la otra, pero suele ser un desastre, así que lo normal es que vuelva a dejar en la lavadora la ropa mojada y saque la de la secadora. Ya sé, ya sé, hubiera bastado con hacer ese trabajo antes, pero ¿cómo es eso de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces?.
Esa es, de las batallas diarias, la que más me saca de quicio, ¿cuál es la tuya?.
4 comentarios:
El recreo de mi hijo es un arenero y les digo mil y una veces a él y al padre que lo engendró, que por favor, cuando salgan del cole, después del besito y bla, bla... se quite la arena de las playeras. Dicho esto no lo hacen, y me lo demuestran cuando a la hora del baño quito la playera y TACHAN...allí está la arena desparramada por el suelo ¡con lo q me molesta pisarla!, si no antes se le ha ocurrido al niño quitarse las playeras en su habitación, con alfombra incluida....aaagggggg!!! otra vez a barrer.... ¿de verdad tanto cuesta recordar que hay que quitarse la arena?... ese es mi sino diario, bueno no se si mío o el alzeimer de su padre.
un beso. Elena.
ya sabemos que los hombres no pueden hacer dos cosas a la vez, por tanto, cuando se lleve la ropa a la secadora, primero ponerla en un recipiente (cesto) y así, cuando llegas a la secadora.... sorpresa.. esta llena, pues se deja el cesto en el suelo, se saca la sequita y listo, a poner la mojadito, venga ánimo hombres, que cuando lo quereis lo podeis conseguir.
Os quiero a todos,
Besitos
Le veo algunas pegas a tu sugerencia:
A: No ganas mucho llevándola en un cesto, si está llena la secadora tienes que dejarla en el suelo igual, (solo que en el cesto) con lo que no te ahorras viaje alguno.
B: Tienes que tener un cocina en la que entre un cesto.
c. ¿Qué es un cesto?
cesto1.
(De cesta).
1. m. Cesta grande y más alta que ancha, formada a veces con mimbres, tiras de caña o varas de sauce sin pulir.
2. m. tabaque1.
3. m. Dep. En el baloncesto, canasta (‖ aro con red).
~ de los papeles.
1. m. papelera (‖ recipiente).
estar hecho un ~.
1. loc. verb. coloq. Estar poseído del sueño o de la embriaguez.
ser un ~.
1. loc. verb. coloq. Ser ignorante, rudo e incapaz.
□ V.
bicho de cesto
cordero de so cesto
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cesto2.
(Del lat. caestus).
1. m. Armadura de la mano, usada en el pugilato por los antiguos atletas romanos, consistente en un conjunto de correas guarnecidas con puntas de metal que se ataba alrededor de la mano y de la muñeca, y a veces subía hasta el codo.
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