Quizá no es la pregunta, sino la respuesta lo que me inquieta. Si la tiene, ¿cual es? Cuando era más joven y veía en la historia no solo una carrera universitaria y una forma de entender el presente, sino como una herramienta para alimentar mis novelas, el terrorismo de ETA era un tema recurrente. Me interesó mucho su historia en el tardo franquismo y en los primeros años de democracia. Creo que en el fondo albergaba cierta esperanza de entender su pertinaz lucha armada. Me ocurrió con el Che, me hubiera gustado que fuera un ídolo, pero por mucho que lo intenté no fui capaz. La violencia lo nubla todo. Uno puede hacer todo bien que si al final recurre a ella como medio de expresión pierde toda la legitimidad. No puedo decir por tanto que entendiera la ETA del Franquismo, pero al menos compartía con ellos ciertos ideales que si la violencia hacía incompatibles con mi principios, no por ello voy a negarlos. Esos ideales no tienen la culpa de que otros los manchen de sangre. Con la llegada de la democracia y, sobre todo, con el sistema de autonomías, perdí el poco nivel de comprensión que podía encontrar con sus ideas. Anacrónicas e injustas, dos argumentos demoledores, que ningún ideal compartido puede resistir. Además, no veo en absoluto resto alguno de los ideales que promovían los primeros frente a los que ahora nos aterrorizan periódicamente de igual modo. Así que al final me doy cuenta de que asesinen por lo que asesinen, la consecuencia es la misma, y mis requiebros mentales no eran más que una búsqueda de mi propia identidad ideológica. Y es esa búsqueda la que me lleva ahora a preguntarme si esto tiene solución. ¿La independencia?, ¿un referendum?. Si les dieran lo primero, ¿esas personas que han vivido de asesinar van a reciclarse a la vida "civil"?. ¿Serán ellos los que gobiernen y dicten las leyes?. Esto, en el fondo, va para aquellos, que como yo en mi adolescencia, tienen la tentación de sentir cierta afinidad y viven el en País Vasco. Para aquellos que miran a otro lado y aun detestando la violencia, por confluencia de objetivos políticos, no la condenan enérgicamente. De la violencia solo mana violencia. Y eso vale para cualquier estatus político y para cualquier asociación humana. De la sangre solo sale la sangre. Es el entendimiento, la concesión y el respeto lo que nutre las sociedades en paz. Y ellos no saben de ninguno de esos elementos, para ellos solo existe el estás conmigo o algún día puedo pegarte un tiro en la nuca, no digas que no te avisé. Ah, podrá ser por la espalda, que sepas que a mi eso me importa una mierda.
3 de diciembre de 2007
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