3 de diciembre de 2007

MICROS

Su literatura era la única vía de escape para su tormento interior. Un día se adentró en una novela y ya no salió. Cuando lo encontraron desangrado sobre su teclado, dicen que todavía sonreía.

3 comentarios:

ralero dijo...

Pues mira, por lo menos, a su modo, tuvo un final feliz.

Abrazos.

Caminante dijo...

HOLA A AMBOS. ¡CÓMO AÑORO LOS BUENOS MOMENTOS QUE COMPARTIMOS... blogeramente hablando!
Abrazos a ambos. Y si, al menos parece que murió feliz. PAQUITA

Larrey dijo...

Parece mentira, Paquita, tú que eras el azote de mis errores gráficos y ortográficos, usando mal un tiempo verbal. ¡¡ Como echabas de menos !!!, ya no, que estamos aquí...