20 de diciembre de 2007

EL CAPITAN EÑE



ESPÍRITU NAVIDEÑO

Llegan las famosas navidades y como cada año, un poco antes. Cualquier año uno se coge las vacaciones en agosto y ya estarán con los anuncios de juguetes o de perfumes, o a las once de la noche con las luces “de navidad”, para desarrollar el espíritu navideño a lo largo de cuatro meses.

Cada día, de vuelta del trabajo a casa tengo que pasar por el centro de Madrid, o sea que recorro todo el barullo navideño. Lo más gracioso de todo es que en los últimos años la tradición navideña lleva a la gente, a mogollón, a dirigirse como loca a ver la última puesta en escena de Cortilandia. Lo que antes era pasear para ver los diferentes Belenes, ahora es para ver a unos monigotes que representan los nuevos valores de la Navidad, el consumo desorbitado de la masa. Resulta grotesco que sea una de las empresas más importantes de España, el gran incitador de las fiestas navideñas. Y todo el mundo como loco, miles de personas agolpadas con los niños, para ver la gran parada de Cortilandia. Sin lugar a dudas, el Corte Inglés hace la mejor campaña publicitaria del año, ni Coca Cola ni leches.

Y en el entorno de la Plaza Mayor, mientras vuelvo a casa cada noche, unas 200.000 personas, o más, recorren alborozados las calles con sus “graciosas” compras. Este año se han puesto de moda las pelucas, parece que las bombas fétidas ya no huelen peor que la ciudad, y destacan dos por encima de las demás, la de Elvis o Maquinavaja, un pedazo de tupé con patillas y pelo rizado, y la de uno de los renos del tiro de Papá Noel.

La primera puede resultar graciosa la primera vez, pero cuando has visto a 10.000 personas con ella, da pota. Y lo peor de todo es que no son precisamente los niños los que llevan la peluca, es gente mayor, ya con pelos en los huevos, los que encantados, la llevan. Coño, si es que la gente es tan friqui que de un grupo de cinco hombres ya mayores, los cinco llevan la misma peluca. Y ahí van, tan contentos recorriendo la calle Mayor.

La otra es la peluca del reno, que queda diluida a los niños o a las chicas, muy curioso. Lo del reno es el mayor ejemplo de que la cultura anglosajona nos ha vencido. Todos como locos alabando a Papá Noel, el abuelete gordo que todos los 24 de diciembres llega a casa a traernos regalos. Y eso es lo que triunfa, el ¡todos a comprar regalos!.

Parece ser que hay crisis, claro que la crisis es psicológica, nos la hacen creer, y además yo, por lo que veo, de crisis nada de nada. Claro que también es verdad que la gente es tan torpe de pedir un préstamo para poder estar a la altura durante las navidades. Pero ¿a la altura de qué?. Qué pena. Y yo con el espíritu de Mister Scrunch, seguiré intentando llegar a casa sorteando a la masa que nos invade.

¡A comprar toca!, ¡Viva el nuevo espíritu de la Navidad!.

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