9 de agosto de 2007

EL ¿PADRE? Y LA PISTOLA DE FOGUEO


Supongo que a todos nos ha helado la sangre la historia del padre(¿?) que ha tiroteado a su hija en presencia de la madre, para luego descerrajarse un tiro. La pregunta tópica es la de siempre ¿no podía haber empezado por ahí?. Particularmente en esta historia hay una par de cosas que me dejan perplejo. La primera es que tuviera una orden de alejamiento y, en cambio, gozara de citas puntuales con su "alejada". No voy a culpar a la mujer maltratada, ni mucho menos, pero cuando hay un incendio lo que uno intenta hacer es apagarlo, no echarle más leña. Y no digo que sea fácil, y mucho menos habiendo niños de por medio, pero en estos casso parece demostrado que más vale pecar por exceso que por defecto. Además, creo que hay que esforzarse en hacer entender a estas mujeres que el arrepentimiento no existe, que en lugar de un te perdono deberían gritar haberlo pensado antes, simpre, sin ningún género de duda. Por otro lado chirría lo particular de este caso. El hombre no disparó a la mujer, que a la sazón era la "culpable" (las comillas, leánse las comillas) de sus desventuras. No, lo hizo sobre su hija, lo que parece algo incomprensible, pero en realidad no lo es. ¿Qué puede haber más doloroso para una madre?. Ese hijo de puta disparó a su hija para "matar" a su mujer. Y me queda un último fleco: el arma. Por lo visto este tipejo, al que la mala sangre le venía de lejos, tenía sentencias que le impedían la compra de armas. Y lo que hizo, al parecer, es comprarse una de fogueo y manipularla hasta que fueran balas lo que saliera por su cañón. ¿Se dan cuenta?, el muy cabrón tuvo que buscar una tienda donde comprarla, adquirir los conocimientos para hacerlo, las balas, trabajarla y luego acudir a la cita. En todo ese laborioso proceso ¿no le llegó la lucidez en ningún momento y se dijo pero qué cojones estoy haciendo?. No, era plénamente consciente. Me aterra lo que una persona puede llegar a hacer por celos. Me lo imagino alimentando su odio en una pequeña mesa, con las piezas de la pistola, tal vez iluminado por la luz de una diminuta lámpara, y me dan náuseas.
Entre tanto el bebé sigue vivo. Luchando por seguir adelante en un mundo donde, por desgracia, cualquiera puede cruzarse con un hijo de puta como su padre.

1 comentario:

ralero dijo...

Sin comentarios, que me acongojo.

Un abrazo.