13 de febrero de 2007

LA POLICÍA


Tengo una pregunta: ¿la policía está sujeta a las normas cívicas, de educación y circulación igual que el resto de los mortales?. No vamos a caer en el tópico o en el prejuicio, sería un error absoluto. Simplemente voy a contar dos pequeñas anécdotas, intrascendentes, pero que en su día me hicieron pensar. Vivo relativamente cerca de una comisaría y eso, a parte de complicarme el funcionamiento de mandos y darme problemas de cobertura, no me ha afectado nunca en nada. Un día, circulaba yo con mi tranquilidad acostumbrada, a menos de treinta, porque los cuarenta me dan vértigo en ciudad, y al doblar una esquina, a la altura de la comisaría, me encuentro en medio de la calzada a cinco policías uniformados que me obligan a deternerme. Sin ningún gesto por su parte, pues estaban en animada charla, saliendo del bar, sino por pura lógica, o paraba o me los llevaba por delante. Me asusté en un principio pues pensaba que ocurría algo. Uno de ellos aceleró el paso al verme llegar, mientras que los otros cuatro me miraron, alzaron la mano ligeramente para que me detuviera y cruzaron con toda la parsimonia del mundo. Cuando pasaron todos y podía reiniciar la marcha fue cuando me di cuenta, no había urgencia, no pasaba nada, simplemente cruzaban por la mitad de la calle porque era el camino más rápido entre el bar y la comisaría. Entonces bajé la ventanilla y dije ¿por qué?, ¿me pueden decir por qué he tenido que parar?. Cuatro siguieron su animada charla y un quinto me miró y dijo usted tranquilícese. Aquel tranquilícese me supo a cuerno quemado, más que todo lo demás, porque sonaba a o se calla o le hago confesar la muerte de Manolete.

Hace poquito tuvo lugar la segunda anécdota. El entorno era más o menos el mismo, algo más lejos de la comisaría. Circulábamos unos cuantos coches a la velocidad lógica cuando a lo lejos se escuchó la sirena de la policía y un coche a toda velocidad. ¡ Una emergencia !, pensábamos todos los conductores y nos fuimos apartando por turnos, según el vehículo policial iba acercándose. Cuando me tocó fue justo en la parte de la calle en la que no me quedaba otra que subirme a la acera, y así lo hice, poniendo en peligro la seguridad de un posible peatón y los bajos de mi coche. Como el cuerno me seguía oliendo a quemado, estábamos ya muy cerca de la comisaria y eran las tres menos cinco, decidí seguir al coche en su emergencia. No me sorprendió cuando se detuvo en el pequeño parking de la comisaría y la pareja de Nacionales se bajó, entre risas, camino del cambio de turno. Me sentí indignado. Habían puesto en peligro, sí, en peligro, porque no todo el mundo está preparado para reaccionar de forma adecuada, a los ciudadanos, saltándose semáforos, entorpenciendo la ciruculación, porque llegaban tarde al cambio de turno.

Sinceramente me quedo sin argumentos, porque literalmente no lo puedo entender.

1 comentario:

Caminante dijo...

No hay nada que entender, simplemente abusan del uniforme.
PAQUITA