9 de febrero de 2007

EL CLIENTE


Ella:

Nunca entenderá como un hombre como él acude a una profesional como ella. Guapo, elegante, inteligente. ¿Qué le falla para no encontrar lo que busca?. No quiere nada especial, simplemente un polvete rápido y silencioso. El cliente perfecto. Apenas habla, saluda, folla, paga y se va. Como ese, todos, piensa, y su profesión sería gloria bendita. Lleva años siendo su cliente y no sabe tan siquiera su nombre. Es especial y le gusta por eso. Sigue sin entenderlo, pero le gusta

Él:

Cuando abre la puerta tropieza una vez más con la silla. Empuja las ruedas con cariño. Hola, mi vida, ya estoy en casa.

10 comentarios:

Larrey dijo...

Querer es un concepto demasiado encadenado al monoteísmo. Es más real que diga que tú no te sentirías querida con alguien así. Pero querer hay tantas formas de querer como personas.

Anónimo dijo...

Son los encuentros y desencuentros que tiene la vida. El amor, en mí, se ha convertido en una utopía que un día tuve, luego solo he podido encontrar pequeños retazos de amor.
Y he ido queriendo temerosamente, para no hacerme daño, egoístamente quizás, pero así lo necesitaba. Yo ahora busco más el cariño, el roce, la complicidad, y creo, no lo puedo asegurar, que si mi pareja buscase cariño fuera, pero me lo dijera, podría entenderle. Lo que no soportaré, es volver a enterarme de una infidelidad por terceros. Eso no duele, destroza la confianza y las posibilidades de querer...

Anónimo dijo...

¿quien eres encarna, nos tienes loco?. Aunque ya hablando de infidelidades, difícil será que salgas a la luz...

Anónimo dijo...

PERO QUE COÑO!!! donde este una tía buena y un polvazo que se quiten los toros, je,je,je

Anónimo dijo...

claro que no te dijeron nada, es que no hay que meterse en los asuntos de pareja. Eso es como las donaciones, cuando tienes una pareja deberías llevar una especie de documento que dijera: en caso de pillar a mi pareja en una infidelidad se me informe o no se me informe. POrque yo prefiero que no me digan nada, mientras tanto seré un ignorante feliz. Y lo mismo me muero siéndolo.

Anónimo dijo...

vaya, este relato ha sido el que más éxito ha tenido. No sé si eso es bueno o malo,pero me gusta

Caminante dijo...

Pero, peeero, yo entiendo que estamos hablando de una cónyuge -o pareja- minusválida, ¡también en el sexo! a la que nada le quita que su pareja se eche un polvo con una en vez de hacerse una paja, que me digo yo ¿o no?
O quizás no lo entendí.
Besos para todos, hasta para los anónimos, que yo preferirí que no lo fueran, aunque se inventaran un seudónimo, como se hizo toda la vida.
PAQUITA

Anónimo dijo...

de eso hablamos, de masturbarse con ayuda de una segunda persona, creo que no has podido definirlo mejor

Anónimo dijo...

claro, por eso es una silla, y tiene ruedas. Pero también hay quien ha pensado que la silla era suya. Así que o lo dejamos así para que de más juego, o lo trabajamos para que quede màs claro.

Anónimo dijo...

Ella: Maria, 25.
El: Juan, cuarenta y pocos.

Maria es mi amiga. Juan es su ex.

Maria me cuenta que se conocieron y fue amor a primera vista..., pasion..., similitud de ideas..., exito en el trabajo..., dinero..., compatibilidad total..., vamos que todo tipo cuento y de color de rosa (eso no lo decia ella, sino yo que los conocia y puedo dar fe de ello).

Pasaron los años y la vida les puso una pequeña prueba. Hace cinco años Juan enfermo de gravedad. Mi amiga es fuerte y me contaba que estaba decidida a superarlo todo, con amor, con esfuerzo, con trabajo... mucho trabajo para sacar a la familia adelante. Fueron visitas a medicos, hospitales, mas medicos y mas hospitales. Se tuvieron que cambiar de casa (a una mas pequeña, claro, pues con el sueldo de Maria no daba para seguir el mismo ritmo de vida) y de ciudad (mas cerca de la familia para que fuese mas conveniente para el cuidado y la recuperacion de Juan mientras ella trabajaba). Maria me contaba que se volcaba cada dia mas y mas en su trabajo, como si fuese una valvula de escape para mitigar otro tipo de carencias... Pero veia que Juan no era feliz y aunque se iba recuperando, segun esto ocurria demandaba mas tiempo de ella. Tiempo que ella no le podia ofrecer pues debia trabajar para seguir pagando las facturas.

Hace diez meses fue el cumpleaños de Juan, cincuenta y tantos... Maria llega a casa de trabajar. Juan se va de casa -le dice- con otra mujer...

Me contaba que una tormenta de sentimientos nunca experimentados la abrumaron: dolor, frustracion, rabia, y sobre todo ese sentimiento de estupidez... "estupida, estupida, estupida" me decia "...y yo sin mirar a otro hombre... trabajando... estupida, estupida..., fiel y estupida"... siempre me repetia...

Nunca la vi derramar una lagrima en publico en estos cinco años, nunca quejarse o mostrar esa tristeza que me imagino (como la procesion) iria por dentro. Y yo me pregunto (pero no a ella) si realmente no lo habria visto venir... o no lo querria haber visto venir... pero a veces el refran tiene razon... el amor es ciego...

La verdad es que nunca la vi perder la sonrisa ante los demas, ante sus familias, ante sus amigos en todos estos años.

Incluso me dijo recientemente que ha perdonado a Juan, que para ir cerrando la herida poco a poco ha tenido que entenderle.

La curiosidad me hizo preguntarle si se arrepentia de algo, de lo que muchos de nosotros entenderiamos como haber perdido estos ultimos años de su juventud, de no haber estado con un hombre en todos estos años (pues como mujer que soy me imagino que alguna vez tendria que haber luchado contra el deseo y el instinto que toda mujer joven debe tener... no se ...).

Me ha respondido que no hay arrepentimiento de nada del pasado, que lo volveria a hacer, por compromiso y respeto a la otra parte ('en lo bueno y en lo malo'), por cariño y por el amor que un dia les unio.

Me comenta que ahora ha llegado la calma, que se alegra por Juan pues una vez fueron amigos, amantes y solo le desea bien.

Y de vuelta a su relato yo pienso... que nadie debe juzgar a los demas, si el hombre del relato quiere a su mujer pero no puede tener con ella lo que un dia tuvo dada su enfermedad (la de la mujer pues entiendo que es ella la que esta en la silla de ruedas), me parece estupendo que haga lo que hace, al final de cada dia vuelve a casa y trata a su mujer con cariño. Se ve que la quiere y en vez de abandonarla en su enfermedad se ha quedado con ella.

Que otras personas no aceptan la infidelidad (yo incluida) tambien me parece estupendo.

Lo que tengo claro es que no podemos ser jueces de lo que no hemos sido testigos.

Independientemente de todo esto, yo pienso en mi amiga y siento que no se lo merecia, la defiendo a ella (y confieso que no he predicado con el ejemplo y que he pensado cosas horribles de Juan...).

Sonia (amiga de Maria)