20 de febrero de 2007

JUGAR EN LA CALLE


Este fin de semana, en carnavales, he coincidido con mi prima Lourdes, con la que últimamente he compartido poco tiempo. Y recordamos las muchas horas que jugamos juntos, a las chapas, al baloncesto, corriendo. Eso me ha hecho pensar. Nuestra generación, hablo de los que hemos superado la treintena, tenemos en nuestro cuenta kilómetros miles de horas de calle. Ahora, en cambio, es complicado encontrar niños jugando sin la tutela paterna en los parques o en las calles. No soy alarmista, ni mucho menos, porque también mis padres criticaban el tiempo que veíamos la tele y añoraban sus juegos aludiendo que nosotros no sabíamos jugar. Pero sí que es verdad que la calle ha dejado de ser un reino para niños. Con diez años nosotros bajábamos y siempre había alguien. Evidentemente no teníamos móviles y tardaron en llegar los telefonillos, así que había una rutina que se cumplía por cuestión práctica, y si no se gritaba a una ventana. Ese es el sonido de mi infancia. La calle nos ofrecía un espacio de libertad evidente, pero también de responsabilidad. Aprendíamos que hay más normas que las que nos imponían en la escuela o en el entorno del hogar. Que las cumpliéramos o no era otra parte del aprendizaje. Que hay coches, adultos, otras realidades. Y también aprendíamos a desarrollar nuestras propias normas, nuestro régimen interno, más o menos democrático. Alimentábamos nuestro espíritu aventurero callejeando e incluso adentrándonos en el misterioso mundo del "descampado". Ese espacio místico ha dejado de tener lugar en las ciudades (otra consecuencia de la especulación), pero en nuestra infancia era como la tierra de Mordor. No hay barrio que se precie que no haya tenido un buen descampado, donde tenían lugar sucesos más misteriosos y más indemostrables. No solían ser más que una decena de montículos de escobros recubiertos por tierra de años y algo de matorral. Pero representaban una auténtica selva urbana. Esa sensación de miedo y de respeto ha dado forma a mi personalidad tanto como las lecciones de la escuela.



Es a eso a lo que me refiero, creo que la infancia de hoy adolece de esos momentos de libertad, de cielo abierto, de límites físicos impuestos por tu propia cordura o miedo. No soy sociólogo, pero creo que parte de la desidia que se adivina en los jóvenes de ahora es consecuencia de esta pérdida de valores, de vivir en una realidad impuesta con las correas de tiempo demasiado apretadas, inglés, violín, clases de apoyo, karate, natación...llegan a los quince años, a la libertad, cuando el cuerpo les pide calle y se enfrentan por primera vez a un parque en un botellón. Ellos no han inventado el botellón, pero ya no recuerdan lo que es un parque, quizá por eso nosotros teníamos la costumbre de retirar nuestros desperdicios después de una (molesta para los vecinos, seguro) juerga nocturna y ellos parecen algo más remolones. Nosotros sabemos lo que representa un parque para un barrio, porque lo hemos vivido, nos ha alimentado y forma parte de nuestro imaginario común. Para ellos no es más que un espacio más o menos apartado en el que poder beber con cierta tranquilidad. Y de los descampados ya no hablemos, eso seguro que no saben ni lo que significa. También es verdad que algún día serán mayores y recordaran su infancia con nostalgia, viendo como los "jóvenes de hoy" no saben divertirse. Es una historia repetida.

7 comentarios:

Caminante dijo...

Está requetedicho, los niños de hoy están tutelados en exceso, tutelados con reservas, porque realmente están dejados de la mano de Dios, llamada TV, de la que reciben los cuatro valores con que se enfrentan a la vida. Hablo de la mayoría, que, claro, los míos, los míos no.
Un abrazo y buen día PAQUITA

Larrey dijo...

eso intentamos todos, que los nuestros no, pero yo no tendré el valor de darle la libertad de ir al descampado con ocho años...

Anónimo dijo...

Siendo pequeño mi parque eran los campos de juego del colegio y el terraplén que estaba dentro. Alli hubo epocas de construir presas, canicas, chapas, rescate, churro, chicas, etc. Luego me hice un poco más mayor (12, 13, años) y mis padres siempre me preguntaban o bien antes o bien después donde iba. Yo siempre respondía que a dar una vuelta.
Hoy me lo planteo con mi hija y le respondo: "Ni de coña, no sales de casa, y dile a Rubén que deje de llamarte, que ha salido a su padre y no quiero un golfo para ti"
Dudu

Larrey dijo...

creo que Dudu ha sintetizado muy bien el sentir de los nuevos padres...

Anónimo dijo...

Coño Dudu... si se la van a tirar de todas formas por lo menos que sea conocido y de buena familia

Larrey dijo...

¡Que alegría ! Toni por esta página. Tu eres el vaquilla, alegre bandolero, poque lo que robas, repartes el dinero, tu eres el vaquilla alegre bandolero y al final dependes de un triste....

Anónimo dijo...

hola,yo soy una niña de tan solo 20 años y estoy totalmente de acuerdo no hace falta superar los 30... cuando era mucho mas pequeña yo recuerdo q la calle era mi paraiso,nos adentrabamos en miles de descampados q hoy por hoy son edificios nuevos, haciamos cabañas con palos y adoptabamos algun q otro perro que veiamos abandonado como mascota de la pandilla llevandole comida dia dia y ya se hacia nuestro amigo,jugabamos a no retroceder,a bote botella,al escondite por todo el barrio,incluso preparabamos al lado del ambulatorio q era una zona llena de mucho verde q ya ni existe un recorrido del terror con palos y sabanas viejas haciendo tuneles y demas..de algo mas mayor(12 y 13 años) haciamos hogeras y contabamos historias o nos ivamos al rio a bañarnos... hoy ya no se puede ni bañar en el rio de la contaminacion q tiene y solo han pasado 7 años... hoy salgo al barrio y esas grandes pandillas q haciamos nosotros no existen.. nuestras zonas se han convertido en edificios viviendas nuevas(imposibles de pagar)con los portales llenos de locales sobre todo tipo bares y pub y tambien peluquerias,tiendas ... vas a los parques y solo hay niños bien pequeños custodiados por sus padres los q son algo mas mayores estan sentados jugando a la psp o similares...todos enchufados.por las noche sales a dar un paseo y ya ves alos niños de tan solo 16 fumando porros... ahora la gente de mi edad no conoce la diversion si no es iendo a un bar o beber unos litros... o estan demasiado ocupados buscando trabajo para independizarse... ya no hay dias de campo,de rio , de bicicleta..... todo se esfuma