23 de julio de 2009



FUGACES

Hay cosas que no cambian por más que uno se esfuerce. Hay días que desde que empiezan se hacen tremendamente oscuros y es muy difícil remontar el vuelo a lo largo de todas las horas que transcurren rodeados de luz pero envueltos en oscuridad.

La vida tiene estas cosas, nos creemos invulnerables y somos sobre todo una cosa, inmensamente frágiles. Nuestra debilidad es tan poderosa que en un solo instante, en lo que para uno de nosotros es un acto reflejo incontrolado físicamente, todo lo que somos puede no volver a ser.

Y todo esto viene a colación porque he estado pensando en estos últimos días que únicamente somos matices, pequeñas fugacidades que conforman un todo y que nos hacen ocupar este extraño e inexplicable planeta que llamamos Tierra. Y poco más.

Y todo lo que nos sucede es puro azar. Que gire el planeta es mágico, pero que siempre lo haga de una manera regular, con una atracción tan poderosa netre los planetas que conforman el sistema solar, es brutal. Lo que aparentemente no son más que meras masas incoherentes y aparentemente vacías, es un hecho tan insólito como que mi cabeza sea capaz por un segundo, de pensar en eso.

Viajamos un instante que a nosotros nos parece largo pero que no es más que un mínimo matiz de todo lo que nos rodea.

Y en todos y cada uno de esos instantes que vivo sigo intentando, pese a que me cueste a veces, ser mejor, más justo, más auténtico, menos descreído, más verdadero. Pero muchas veces no me acompaña la suerte, porque al final la vida es eso, puro azar. Tengo mucha suerte con determinadas cosas de las que no puedo quejarme pero sin embargo con otras no doy una a derechas.

Calma, pienso, calma, llegará el momento. Pero nunca llega. Y ahí estoy, cada día con mi mejor sonrisa y las mejores intenciones para con todos. Pero nada, no hay receta para curar al corazón en un momento en el que los instantes ya han dejado de tener valor.

Llegará, o no, creo que ya no llegará nunca, puede que sólo aparezca en instantes, fugacidades, destellos, segundos. O quizás ya nunca. Amanece, es la mejor respuesta a la soledad. El tiempo no cura nada. Se cura uno mismo, si le acompaña la suerte al menos por un instante.

2 comentarios:

Larrey dijo...

La vida es una inmesa calle, más o menos larga, que recorremos de principio a fin. Pero es una calle llena de esquinas, y uno no sabe lo que le espera al dar la vuelta en cualquiera de ellas...

Anónimo dijo...

Nunca se llega a lo definitivo, solo cuando uno muere. Por eso, algunos, solo podemos seguir viviendo con la esperanza de la utopía y la convicción de que cada instante es el mejor posible, seguramente.