LA NOCHE PERFECTA

Dicen que existe la noche perfecta. Pero para que un padre de dos o más hijos la tenga se tienen que dar una serie de confluencias difíciles. El sol debe estar alineado en su constelación posterior con la trayectoria de Andrómeda, que a su vez, ha de confluir con la de los asteroides Sasor y Térodes, que en el punto máximo de su arco semicircular dibujarán una elipse que se verá reflejada en los dos espejos mágicos de Melquímedes, el planeta de las cinco lunas. La luz de los espejos se reflejarán entonces en las aguas del lago Salquitotar, y si este reflejo forma, con el de las cinco lunas del planeta, un círculo perfecto, entonces sí, entonces el padre de dos o más hijos tendrá la noche perfecta. Porque el padre de dos o más hijos tiene en contra de la noche perfecta no solo este juego galáctico, sino toda una serie de terrenales impedimentos que van desde un mosquito, al calor, el frío, los dientes, la tripa, las pesadillas, las pocas ganas, las muchas ganas hasta los rayos de luz que entran o que dejan de hacerlo, esto va sobre gustos. El caso es que el padre de dos o más hijos tiene todo en contra para no vivir la mágica experiencia de la noche perfecta, que llegados a este punto de la vida carece ya de los caracteres propios de los dos rombos; porque la noche perfecta para el padre de dos hijos es aquella en la que a una hora razonable cierra los ojos y los abre una única vez para apagar el despertador. Esa es la noche perfecta. Dicen que existe, que no es un mito, ¿sabéis algo de esto? porque Térodes se escapó de mi constelación hace casi un lustro...