24 de julio de 2009

LEYENDAS


Así se construye una leyenda. Un mito. Ocurrió a principios de verano. Por esas cosas del día a día durante un par de semanas cambié mis rutinas, lo que propició que a la misma hora, todas las tardes, paseara por el viejo parque de mi viejo barrio. La vi el primer día. Bueno, la vi yo y la vio el resto del barrio. Era imposible no verla. Por su figura o por su forma de andar, o por las dos cosas a la vez. Era una mujer joven, sudamericana, de piel morena, tostada. Curvas de vértigo, como diría mi amigo, con las carnes más apretadas que los tornillos de un submarino. Llevaba, como atuendo, un top ajustado, comprimiendo unos pechos que gritaban ¡ libertad ! a cada paso. Pantalones ajustados (¿leggings?) de esos tan, tan ajustados que son para sordomudos, es decir, que se pueden leer los labios. Paseaba a un ritmo frenético y constante, si no fuera por su aspecto, bien pudiera decir que militar. Pelo largo recogido en una coleta. Fue la responsable de no pocas tortícolis aquel día, y más de un pescozón de parientas, ¡ deja de mirarla, carajo ! Indistintamente hombre o mujer, por encima de gustos, llamaba poderosamente la atención. Era imposible no condicionar tu paso o tu conversación, a su figura. Al día siguiente, a la misma hora, en el mismo sitio y con otro modelo, igual de ajustado y llamativo, pasó la muchacha por los senderos del parque. Y así todos los días durante las dos semanas. Cada día un modelo. Pero siempre la misma figura sugerente y el mismo andar decidido e indiferente al aluvión de miradas. Sé que el ayuntamiento tenía previsto ponerse en contacto con ella, por el riesgo que suponía su paso junto a los abuelos que juegan a la petanca. No por peligros cardiacos, sino porque a su paso bajaban la guardia con la bola y más de uno puso a prueba sus reflejos al grito de ¡ apunta mariano, coño, que me abres la cabeza ! Pero un día, desapareció. Y el barrio, que no la necesitó jamás, se quedó como huérfano. Y empezaron los rumores, entre los que la vieron y los que no. En mi viejo barrio no hay curva con muchacha, hay sendero con sudamericana cañón. ¿No la viste? pues yo sí, yo estuve allí.

2 comentarios:

Dudu dijo...

Coño, eso se avisa!!!

ralero dijo...

Sí señor, eso sí que es un tras(t)ero y no el de la imaginación, jajajajaja.

Abrazos.