Siguiendo con el tema de ayer, en el trabajo se dan cosas curiosas con esto del saludo. Está lo que se llama el saludo educadamente decreciente. El proceso comienza cuando te encuentras con un compañero o compañera a primera hora de la mañana. En ese momento hay un saludo entre educado y efusivo, lleno de tópicos sobre el día de la semana, el tiempo, la cercanía de las vacaciones, los peques, el tráfico o el fútbol; o una mezcla de todas. Después cada uno se va a su puesto de trabajo. En el fluir del mismo en un par de horitas te vuelves a encontrar, entonces sigue la educación pero falta la efusividad, quizá un ¿qué tal lo llevamos? La tercera vez que os cruzáis ese saludo es más breve, un simple hola, o ¿qué pasa? La cuarta ya caes en el eh, tío. La quinta un movimiento de cabeza. La sexta levantas los ojos y la séptima haces una especie de mueca gutural indescriptible que bien podríamos literaturalizar con un ein, o umm, u ops, o algo similar.
Fuera del trabajo también ocurren cosas muy curiosas. Mi favorita es el cruce cariñoso con el vecino en la distancia. Siempre desde la educación. Está ese vecino, ese matrimonio, que te encuentras muchas mañanas, con los que apenas cruzas, una vez más, los grandes hits del tópico del saludo, ya sabéis, tiempo/críos/deporte. Después, cada uno a su casa, o a su trabajo, o a donde fuere. En cambio, a trescientos kilómetros de casa te encuentras, en chanclas y con pareo a esa vecina a la que apenas sonríes y dedicas un buenos días, y sin artificio, sin ser forzado, ambos os veis abocados a saludaros con un beso. Ya digo, no es forzado, nos sale sin más. Algo en el cerebro nos dice que esa vecina o ese vecino bien se merece un beso por haber tenido la feliz idea de irse de vacaciones a la misma zona costera que nosotros. Después volveréis al portal, al cruce del ascensor y, como mucho, habremos añadido un tópico más a los saludos: las vacaciones compartidas; pero ya no habrá besos, ni sorpresas. Eso mismo ocurre cuanto te vas de casa de tus padres, te reencuentras con tus vecinos con la misma periodicidad que antes, porque te podías pasar semanas sin saludarte, pero como ahora ambos sabéis que ya no sois vecinos, cambia el saludo, y es más de reencuentro que de cruce.
Fuera del trabajo también ocurren cosas muy curiosas. Mi favorita es el cruce cariñoso con el vecino en la distancia. Siempre desde la educación. Está ese vecino, ese matrimonio, que te encuentras muchas mañanas, con los que apenas cruzas, una vez más, los grandes hits del tópico del saludo, ya sabéis, tiempo/críos/deporte. Después, cada uno a su casa, o a su trabajo, o a donde fuere. En cambio, a trescientos kilómetros de casa te encuentras, en chanclas y con pareo a esa vecina a la que apenas sonríes y dedicas un buenos días, y sin artificio, sin ser forzado, ambos os veis abocados a saludaros con un beso. Ya digo, no es forzado, nos sale sin más. Algo en el cerebro nos dice que esa vecina o ese vecino bien se merece un beso por haber tenido la feliz idea de irse de vacaciones a la misma zona costera que nosotros. Después volveréis al portal, al cruce del ascensor y, como mucho, habremos añadido un tópico más a los saludos: las vacaciones compartidas; pero ya no habrá besos, ni sorpresas. Eso mismo ocurre cuanto te vas de casa de tus padres, te reencuentras con tus vecinos con la misma periodicidad que antes, porque te podías pasar semanas sin saludarte, pero como ahora ambos sabéis que ya no sois vecinos, cambia el saludo, y es más de reencuentro que de cruce.
Seguiremos hablando de esto de los saludos, que es un mundo de lo más curioso ¿no te parece?
5 comentarios:
Pues sí, curioso "mundo". En él siempre me ha llamado la antención la cara de sorpresa de mucha gente digamos "del norte", cuando por primera vez en Andalucía escucha a dos amigos saludarse en un espacio público, por ejemplo en un bar. Y es que en muchas ocasiones más que el ¿cómo estás?, el buenos días, el apreton de manos o el beso, se estila el puñetazo en el hombro -que se da con ganas-, el ¿qué pasa cabronazo? o el ¡cuanto tiempo, joputa! Idiosincrasias.
Abrazos.
Es verdad, que cierto. NO creo que sea tanto patrimonio del sur como de los hombres, que somos muy dados al hijo puta cabronazo con cariño
No solo para saludar, si no también para calificar cariñosamente y con envida sana... menudo hijoputa que pibón se'a'echao...
Hay un chascarrillo que me encanta: dos amigas se encuentras, ay, tía, que guapa, ¿has adelgazado? pero que bien te sienta el pelo bla, bla, dos besos, mua. Cada una por su lado, lo que ha engordado la tía esta y hay que ver que mal gusto para el pelo.
Dos hombres se encuentra. hijo puta, cabronazao, ¿qué es de tu vida? es que cuando me follo a tu mujer solo tenemos tiempo de hablar de sexo, que gordo estás, y tú te estas quedando calvo. Pues nada, nos vemos, un abrazo. Y ya por separado, joder, que majo que es este tío, tendríamos que seguir viéndonos.
ja,ja,ja,... bueno Larrey, algunos casos sinceros existen, no todas somos así, ja,ja..es más, yo si no se me ocurre algo bonito me quedo callada. El otro día sin más me enseñan una cocina alicatada de negro de porcelanosa,... pero negro, me mira y yo la digo, hija, a mí no me gusta el modernismo, entonces no te puedo decir nada, supongo que es preciosa pero (encogimiento de hombros)... ahí sí que pensé ¡que feo, XD!...pero no lo dije.
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