Ofrecer a un desconocido en tu casa una cerveza. Presentarte diciendo tu nombre y como estás. Estas cosas están en mi educación, en ese remanente de imitación que me ha quedado. Nuestra casa del pueblo era un inmenso hervidero en verano, y allí podías encontrarte esperando a la amiga de tu prima, al primo de tu amigo, o al amigo del amigo, que un día conoció a tu primo. Y siempre había una cerveza y alguien ofreciendo conversación. Eso es hospitalidad. Y me siento orgulloso. Me gusta que la gente venga a mi casa y se sienta bien. Intentaré educar a mis hijos en esta tradición. Me gusta que después de una jornada con la brocha cambiando el color de las paredes de mi casa el pintor me acepte una cerveza, y de pie, él con su mono blanco moteado multicolor, yo trajeado, charlemos sobre lo humano y lo divino. Sí, ser hospitalario define al ser humano sobre el resto de los animales. Me gusta pensar que yo también soy hospitalario. Y quien dice ser hospitalario en una casa dice ser hospitalario en una clase, en un trabajo, en una ciudad, en un país...
4 de mayo de 2010
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4 comentarios:
Así es. Lástima que ciertos valores incontestables estén ya en vías de extinción.
Abrazos.
No hay nada mejor que una cerveza, una buena conversación y un buen interlocutor. La hospitalidad se está perdiendo, como el ser humano a si mismo.
Espero ser recibido en el club. Cierto que la urbanidad y la hospitalidad parecen estar a la baja, pero creo que, en realidad, siguen perviviendo y pujan con fuerza.
No lo dudes, sois grandes amigos hospitalarios y tus peques lo viven igual con los de su altura...¡gran familia! bss.
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