14 de octubre de 2009

¡LO MENOS DOSCIENTOS!


Un hombre circula por la Carretera de la Coruña con la vista fija en su salpicadero cuando escucha por la radio "atención, mucha precaución en la nacional VI, se ha detectado un conductor que circula en dirección contraria a gran velocidad". Levanta la vista y grita ¿uno? ¡ lo menos 200 ! Este sencillo y efectivo chiste me sirve para presentaros una idea: lo complicado que le resulta al ser humano en general (y en algunos casos especialmente en particular) aceptar la sola posibilidad de tener la culpa. Si en algo se diferencian los humanos de los animales no es en la inteligencia sino su capacidad para evadir la culpa. Quizá es que eso sea la inteligencia, la capacidad para encontrar excusas y culpables en terceras personas. Seguro que en el trabajo tenéis buenos ejemplos, porque ahí es donde los frontones humanos se muestran en su mayor plenitud, es su sabana particular, su coto de caza predilecto. Mi favorito es aquel que con su capacidad de dribling a prueba de cualquier evento o situación, con esa cintura que ya la hubiera querido el mejor Cassius Clay, te suelta el marrón (preferentemente por email) con la frasecita "si necesitas algo, ya sabes" Pues sí, capullo/a, necesito que hagas tu trabajo y que dejes de soltarme problemas, básicamente. Pero, igual que esquivan los problemas son incapaces de empatizar con tus indirectas, ni que las lances con dardos envenenados. Es más, en una vuelta de tuerca más, pueden llegar a sentirse ofendidos y espetarte un "yo solo intento hacer mi trabajo" que a mí me saca de quicio. Que me dan ganas de decir, y yo, yo también intento hacer mi trabajo pero no sé cómo ni por qué, siempre acabo haciendo el tuyo.

2 comentarios:

Filoabpuerto dijo...

A mí lo que me saca de quicio es cuando te sueltan aquello de que "es que somos funcionarios" como si ello significara ser seres "descerebrados" que no piensan y que tienen que asumir todo lo que le echen sin rechistar

Buen día !

Merce

Elena dijo...

Pues ayer yo tuve un error laboral importante...y lo asumí. Pedí perdón, me arremangué, lo solucioné y volví a decir lo siento por mail a mi jefe y a un compañero....curiosa sensación la de asumir un error. Un beso.