En mi entorno dicen que le doy demasiadas vueltas a las cosas. Es como si me tomara la vida como una taza de café. Pero no lo puedo evitar. Además, es que hay cosas que te provocan. Hay frases que me miran con cara retadora y me dicen, eh, ¿qué pasa?¿no vas a decir nada? Solo sé que no sé nada es el mejor ejemplo. No es que le quiera yo enmendar la plana al mismísimo Sócrates (no me atrevería ni con el ex futbolista) pero es que pierde fuelle por donde la mires. Desde pequeño me salían los demonios cuando alguien sacaba esta frase. Saltaba como un resorte (sabiondo) eh, eh, que eso no puede ser. Me explico. La frase debería ser sólo sé que sólo sé una cosa. Si sabes que no sabes nada, ya sabes una cosa ¿verdad? Y ese es el primer paso, porque luego empiezo a pensar, a darle vueltas (mi cabeza es una taza de nescafé y mi cerebro una cuchara). Porque en realidad, y volviendo a la frase, debería ser sólo sé que sé una cosa, que sólo se una cosa, que es que sólo sé esa cosa que sólo sé, que la cosa que sólo sé es que sólo sé esa cosa... Y lo dejo, claro, porque aunque mi cabeza no es un pentium, un bucle bien me puede dejarla bloqueado por un par de horas. Pero no lo puedo evitar, te lo aseguro, y eso que yo sí que sé que no sé nada, bueno, sólo sé que...
9 de octubre de 2009
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3 comentarios:
Joder!! me voy a tomar una aspirina!!
...espera...la cuestión al final es ¿sabes algo o no sabes nada?, aclaralo porfa.
Y qué más da, cuando nuestro destino es el olvido. Ya quisiera yo decirlo siendo cierto (y no una metáfora socrática).
Más abrazos.
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