6 de octubre de 2009

EL PATINETE Y LA CARA DE TONTO


Ayer aprovechamos los estertores del verano. Una plácida tarde de parque. Acudí cuando la familia llevaba un rato de ocio urbano y lo hice con el patinete del mayor. Lo conozco, así que sabía que le vendría bien una ayuda mecánica para el duro camino de retorno. Las fuerzas, cuando lo que pierdes es el parque, los columpios, los amigos recién hechos y lo que te espera es el baño, la cena y la cama, flaquean demasiado. Cuando llegué había hecho una pandilla de pre-pre-pre adolescentes que jugaban a superhéroes entre los árboles, arbustos y demás atrezzo del parque. Así que dejé el patinete junto a un árbol, de forma que no molestara ni fuera peligroso y me fui detrás de los inquietos y exploradores pies del pequeño. Cuando el sol declinaba y la tarde iba meciendo las primeras luces de la noche tocaba el retorno, así que fuimos recuperando los juguetes: palas, cubos, rastrillos, patinete ¿y el patinete?¿dónde está el patinete? Lo buscamos donde lo había dejado. Seguimos su posible pista, porque los niños en el parque son muy de coger lo que pillan y dejarlo por ahí tirado. Pasamos por un lado. Por el otro. Volvimos sobre nuestros pasos. Más de media hora buscando el dichoso patinete. Nos lo habían robado. Delante de nuestras narices. En mi propio barrio. A la luz del día. No es por el valor económico del patinete, que tiene ya sus años. Ni tampoco porque fuera un regalo (gracias Esther). Es la cara de tonto que se te queda, y tener que reconocer, que explicarle a tu hijo, con todo el dolor del corazón, que sí, pequeño, que la vida es así, que te bajas al parque con tus juguetes y que si no los cuidas, que si no los llevas contigo a todas horas, que si te despistas lo más mínimo, puede llegar un desaprensivo y llevárselo. Robar, hijo, eso se llama robar. A lo mejor algún niño lo cogió sin permiso. Sí, hijo, sin permiso, eso se llama robar. A lo mejor quien lo cogió se divirtió un rato, bromeó su valentía con los colegas y el patinete está destrozado dentro de dos semanas en un contenedor. Una pena. Mi hijo se va haciendo mayor y va aprendiendo que la vida tiene estas cosas. Para mí ya es demasiado tarde...

3 comentarios:

Jésvel dijo...

Verdaderamente lamentable. A mí también me ocurrió con un cochecito que mi hijo llevaba a todas partes. Nos lo quitaron de delante de las narices. Sencillamente, no nos dio tiempo a reaccionar.

Elena dijo...

Pues imagina si encima era del abuelo o bisabuelo..pa'q contarte!!

Pedro dijo...

Como deje yo algo sin vigilar en mi barrio...