19 de abril de 2010

LOS ESPÁRRAGOS


¡ No, no comas espárragos! Le cortó su mujer el gesto de acercar el tenedor al fruto alargado y verde. Él la miró sinceramente molesto. No le gusta que intente imponerse en sus gustos, que le diga lo que tiene que ponerse, hacer o dejar de hacer. Y con esto del régimen, que qué bien te va a venir perder unos kilitos, cariño, mucho más. Su tendencia a evitar el conflicto, y más en público, le hizo dejar el tenedor. Y se le quitó el hambre. Estuvo silencioso y distante todo el evento. Y en casa más de lo mismo. Pero la frenética actividad de un domingo, la antesala de una nueva semana laboral, hizo que su mujer ni se percatara. Y así llegaron a la cama, donde leyeron como de costumbre hasta que les pudo el sueño. Bueno, cariño, le dijo, vamos a dormir, que mañana tengo un día largo. Se besaron con sincera ternura y apagaron las luces. En el silencio que precede al sueño ella se deslizó a su lado, en lo que él imaginaba un último gesto de cariño hasta que Morfeo iniciara su reinado. Pero no. Su mujer tenía otros planes. Después de abrazarse a él con fuerza le metió la mano por los pantalones y le acarició el culo, clavando sus dedos con fuerza, como a él le gusta. La invitación estaba clara y él la aceptaba. Se dio la vuelta y la besó con fuerza, metiendo la lengua juguetona. Pero una vez más su mujer tenía otros planes. No dejó que comenzara a desnudarla, se metió por entre las sábanas, se colocó frente a él, entre sus piernas, y le bajó los pantalones del pijama, que remolones se quedaron un instante jugando con la erección. Enciende la luz, le pidió, quiero que me veas. Él, una vez más, obedeció, más encantado que nunca. Ella observó la polla dura, erecta como un mástil, y la sintió como una victoria. La acarició con ternura, se acomodó de rodillas frente a ella y empezó a besarla. Primero bajó la piel hasta abajo, en un movimiento lento que sacó de su marido el primero gemido. La dejó abajo, apretando con fuerza los cinco dedos. Con la lengua fue recorriendo el contorno, las inmediaciones, prestando especial atención a los genitales, a los que les regaló unos estudiados mordiscos que fueron recibidos con una nueva batería de gemidos. Después utilizó la lengua como lubricante, pasándola por toda la superficie, bien extendida, de abajo a arriba. Cuando la tenía bien húmeda se la metió en la boca. Lentamente, dejando que toda ella invadiera sus sentidos con su olor y con su sabor. Entraba y salía, mecida por sus manos y acompañada por los profundos y entregados gemidos de su marido, con tremenda facilidad. Y mientras lo hacía la lengua jugueteaba con esos puntos concretos que solo ella conocía. El orgasmo no tardó en llegar. Ninguno tenía intención de demorar el juego, así que él hizo un gesto muy claro con las manos, intentando elevar el rostro de su mujer, y gimió algo así como me voy a correr. Ella, sin dejar el juego, lo miró a los ojos y siguió con la polla dentro y fuera, en movimientos profundos y lentos, muy lentos, demorando el contacto con su boca. Él se agarró a las sábanas, comenzó a arquear el cuerpo y sintió el profundo y profuso orgasmo que llenó la boca de su mujer, que sin cesar el ritmo lo fue recibiendo y haciéndolo partícipe del juego se lo fue tragando. Hubo algunos movimientos más que la ayudaron a dejar la zona limpia de rastros del evento y después escaló el cuerpo de su marido, risueña y divertida, le dio un largo beso y se dejó caer, quedándose inmediatamente dormida. Él, una vez recuperado de la sorpresa y el aliento, se tapó con la sábana y se quedó también dormido.
Ya a la mañana siguiente, en el trabajo, revisó los emails en el comienzo de la rutina laboral. Iba desestimando todos para un momento mejor hasta que se topó con uno de su mujer con su sencillo asunto: espárragos. Lo abrió sorprendido de ver un simple link. Hasta que al hacer clic leyó parte de él: los espárragos, entre los alimentos que más influyen, y negativamente, en el sabor del semen…

1 comentario:

ralero dijo...

Ya decía yo... tendré que cambiar mi dieta; je, je.

Abrazos.