Esto no está bien, piensa mientras le desabotona la camisa y ve, bajo la tibia tela del bañador, los pechos pequeños y duros que parecen estremecerse ante la posibilidad de las primeras caricias. No deberíamos hacerlo, piensa ella, al tiempo que lleva la mano al bañador y acaricia un culo con el que lleva soñando toda la mañana, entonces aprieta los dedos con fuerza buscando oprimir sus cuerpos. Algún día tendríamos que dejarlo, susurra él besando la piel del cuello y suspirando por ese aroma a caramelo tan enloquecedor. Sí, tendríamos que hacerlo, responde ella dejándose besar y bajando el bañador para sentir entre sus piernas la dureza de la polla. Esto es una locura, él también le baja los pantalones y la parte de abajo del bañador mientras ella se sienta sobre la mesa, abriendo las piernas para colocarlo entre ellas. Una auténtica locura, él se arrodilla y levantando ambas piernas comienza a comerle el coño. Ella se agarra con fuerza a la madera y lanza un suspiro sincero y entregado. Después, cuando se serena, sintiendo la lengua como lava entre sus piernas, utilizando una sola mano se quita la parte de arriba del bañador, e inconscientemente se acaricia uno de los pechos, pellizcándose con fuerza el pezón, hasta el dolor. No sé como vamos a poder dejarlo, piensa él embriagado por el aroma dulzón del sexo, llevando dos dedos dentro para certificar la lubricación adecuada. ¿Qué estamos haciendo? Gime ella llevando las manos al pelo, tirando con fuerza para invitarlo a levantarse y fundirse en un largo beso con sabor a sexo. Se recolocan y la polla entra con rotundidad. El hecho de que haya costado ligeramente no ha molestado, más bien ha hecho del resultado algo más arrebatadoramente brutal. Se miran fijamente, en silencio, diciéndose con los ojos que lo está ocurriendo no es apropiado, pero el silencio dura apenas dos segundos, después lo único que se escucha son los gemidos, el ruidos de las bocas comiéndose y los golpes rítmicos de la mesa contra la pared. Esto no está bien…no, no está bien, nada bien, nada, nada bien, se agarran con fuerza, ella cruza las piernas a la altura del culo de él y aprieta con toda la fuerza que le queda. Se aferra al cuello y depende literalmente de él, que se agarra a la mesa para poder coger fuerza. Las embestidas son cada vez más brutales. Ella va a sentir el orgasmo y no tiene energía para pararse, así que se agarra con más fuerza y le muerde el cuello para ahogar los gemidos. Sigue, sigue, no te pares. Él se separa un poco, la mira a los ojos, la besa y después saca la polla, para volver a meterla entera, movimientos lentos y profundos llevados con la mano, hasta que llega el orgasmo que le obliga a quedarse dentro, gimiendo contra su pecho, entre temblores. Después se abrazan, todavía el uno dentro del otro. Esto no está bien ¿verdad? No, no está bien, pero sobre todo jamás debe enterarse mamá, se moriría del disgusto.
22 de marzo de 2010
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