Algo parecido ha sucedido ya. Pero de un modo más sutil. No ha habido que prohibir los libros. Ha bastado con potenciar, en competencia desleal, la telebasura. Y el analfabetismo puro y duro, paulatinamente, casi sin que lo hayamos sentido, ha sido sustituido por el analfabetismo emocional.
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Algo parecido ha sucedido ya. Pero de un modo más sutil. No ha habido que prohibir los libros. Ha bastado con potenciar, en competencia desleal, la telebasura. Y el analfabetismo puro y duro, paulatinamente, casi sin que lo hayamos sentido, ha sido sustituido por el analfabetismo emocional.
Abrazos.
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