5 de enero de 2010

MICROS


Se debatía entre comerse el último mendrugo y tener así fuerzas para afrontar una nueva y agotadora jornada laboral, o ser egoísta y dárselo a su hijo.

1 comentario:

ralero dijo...

Seguro que se lo dio a su hijo y, después, sacando fuerzas de flaqueza, completo su jornada y volvió a casa con él.

Abrazos.