Fue como si un guionista de cine porno le hubiera leído la mente mientras circulaba por la solitaria carretera secundaria. Los campos y las montañas lejanas como única compañía en los últimos 150 kilómetros. Algún pueblo con aspecto de haber sido más grande y vivo se cruzaba en la monotonía de acelerador y asfalto. A la salida de una curva, que se abría hacia una interminable recta que moría entre dos montañas como dos pechos enormes, había un coche parado a la derecha. Bajó la velocidad por precaución y fue cuando llegó la sorpresa. Intentando cambiar la maltrecha rueda había una espectacular mujer de enormes pechos oprimidos por un diminuto top de Mikie Mouse. Pantalones vaqueros tan cortos que más bien podrían ser unas bragasjeans. Pelo rizado y rubio, tal vez teñido, pero ¿quién puede fijarse en esos detalles con semejante escote? La mujer increíble le hizo señas cuando ya estaba a su altura, dando pequeños saltitos con sus zapatos de tacón alto. Los pechos desafiaban a la gravedad con cada pequeño salto. Hola. Hola, que alegría, llevo casi una hora aquí parada. Se recostó sobre la ventanilla del copiloto y es cuando se dio cuenta de que no llevaba sujetador, así que la arrogancia de aquellas deliciosas masas de carne coronadas por imposibles pezones erectos era totalmente natural. Bueno, natural o artificial, aquel escote era subyugante. Tardó en reaccionar, e incluso en darse cuenta de que la joven, además de tener un cuerpo espectacular, era sorprendentemente hermosa, con unas facciones dulces y cuidadas, sin apenas maquillaje. No se preocupe, yo le ayudo. Intentó concentrarse en la tarea de la rueda, pero la conversación, especialmente trivial, las largas piernas desnudas y dulces a su lado, mientras manipulaba el gato y cambiaba la rueda, lo complicaban todo. Pese al nudo en la garganta y al impertinente temblor en las manos, logró cambiar la rueda. Ya está, dijo limpiándose las manos. No sé cómo agradecérselo. Se me ocurren miles de formas, pensó, me puedo comer sus tetas, me puede comer la polla hasta que me corra en su boca, en fin, las posibilidades son muchas. Pero no dijo nada. Entre otras cosas porque no tuvo tiempo. Ella se acercó mucho, tanto que sintió y evidenció la arrogancia de sus pechos, y le dijo bueno, la verdad es que puede que se me ocurra alguna forma. Y comenzó a besarlo. La erección fue instantánea y hasta dolorosa, malditos vaqueros. Sabía a caramelo y metía la lengua con violencia en su boca. También la dejaba fuera, esperando a la suya, para que se cruzaran en un duelo de saliva. Se quitó el top sin apenas darle tiempo a tocarle el culo o rozarle las piernas. Se arrodilló, le sacó la polla y se la metió en la boca. Él miró al cielo convencido de estar viviendo un sueño, en cualquier momento se despertaría en la cama de casa con una mancha de semen en el pijama. Pero no, el sol empezaba a apretar y la lengua que recorría sus genitales era real, vaya que si era real. Se concentraba en ellos con sorprendente eficacia, los mordisqueaba, estirando de la piel ligeramente, mientras movía la mano aferrada a la erecta polla. Lo miraba a los ojos, con una eterna sonrisa. Gemía tanto como él, pareciera como si el sabor de sus genitales y de su pene fuera en mayor de los placeres para ella. Se sentía tan desconcertado que era incapaz de tomar la más mínima iniciativa. Máxime cuando llevó las manos al rostro de la chica para empatizar mientras tenía su polla hasta la campanilla y ella se las quitó. Después se puso en pie y le ofreció los pechos. Duros como piedras, con los pezones erectos y deliciosos. Muérdeme. No, más fuerte. ¡ Más fuerte ¡ la cuarta vez que se lo dijo se convenció de que no era una forma de gemir, sino una petición formal, así que los mordió, los mordió con fuerza mientras ella parecía retorcerse de placer. Si saber de dónde ni como sacó un preservativo y antes de que se diera cuenta de que lo tenía en la mano ya lo había abierto, y antes de saber que lo había abierto ya lo tenía sobre la polla. Métemela por el culo, le dijo poniendo las manos sobre el capó del coche. Le bajó los pantalones y obedeció las órdenes. No quiero que te corras en el preservativo, le advirtió, quiero que me llenes la cara de semen, quiero que me llenes el pecho de semen. Intentó aguantar todo lo que pudo, intentó darle placer a aquella tigresa, pero su culo era demasiado caliente y apretado, y la situación insostenible. Me corro, gritó sin poder disimular cierta decepción. Ella, como una gata, se giró y con una velocidad endiablada, le quitó el preservativo para empezar a masturbarlo frete a su rostro. Así llegó el semen, que llenó sus mejillas y sus labios de dentelladas blancas. Mientras seguía moviendo la polla para encontrar las últimas gotas, con un dedo fue buscando las evidencias del orgasmo para llevárselos a la boca. Después se puso en pie, sorprendentemente distante, y se despidió, ha sido un placer. El coche rugió, con la rueda que él acababa de poner, y se alejó por la interminable recta. Sin poder evitar pensar que todo seguía siendo un sueño, se subió los pantalones y siguió su camino. Días después entró en su página porno habitual y encontró una publicidad que llamó su atención, compre la película de la mujer tirada en la carretera. Anda, que casualidad, se dijo. Pagó el sms de rigor y la descargó. El coche era casualmente el mismo que la mujer de su sueño, es más, la mujer de su sueño era la misma que la de la película, y el primer coche que para a socorrerla le resultó tremendamente familiar, tan familiar que, pese a que tenía la matrícula pixelada para ocultarla, pensó que bien podría ser el suyo, detalle este que confirmó cuando se vio a sí mismo, pese a la barra negra que ocultaba su identidad, bajar de su propio coche…
14 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Buenooooooooooooooo,se me ocurren dos comentarios al post:
1-¿Quién dijo frio siberiano para hoy lunes????Pásese por el trastero en llamas.
2-Ala "pa que te fies" uno creyendo en la soledad de la montaña y el equipo de producción tras los árbustos como el lobo de la Caperu...
besos
Uf, uf y reuf!!!
A mi se me ocurren ademas de comentarios: Gemidos,soplidos,
gritos,jadeos,toses...ejem,ejem....jajajaja...pero... solo diré que hay que ir con cuidado y no dar nada por sentado...
Ah! y que le quiten lo bailao!
Vaya y eso que no iba a decir casi nada!
LLueve, hace frio, pero chico...tengo un calor!!!jajaja.
Abrazo Larrey.
Publicar un comentario