Tengo manía a las peluquerías. Desde pequeño, cuando representaban la rendición de mi rebeldía melenuda. Ahora es pereza pura. Y quizá algo de nostalgia. Por eso retraso lo máximo ir, es como bajar al trastero, uno nunca encuentra el momento oportuno. Voy los lunes. A la peluquería, digo, al trastero todavía no he bajado. No hay nadie y suelo ser el último. Esta vez fui un jueves, y el universo que se me presentó me sorprendió. Allí había un revuelo impresionante, parecían los prolegómenos de una boda, sobre todo porque todo el mundo parecía conocerse, había hasta familias completas: abuela, madre y nieto. Voy a una peluquería que dice ser unisex pero por allí el único con barba soy yo...bueno, el único chico, me refiero. De pequeño iba a una de hombres, que uno las puede indentificar por esos conos móviles con las bandas blancas, azules y rojas, o por las fotos de toreros y futbolistas. Allí las cosas eran más fáciles, porque solo se manejaban dos estilos o dos peinados: corto y muy corto. En las muy modernas empiezan incluso a plantearse el tema de las patillas. Las peluquerías femeninas son algo más que un lugar donde cortarse el pelo o peinarse, es un lugar en el que hacer vida social. La gente va a echar el día. Cariño, me voy a la pelu, ah, pues llévate el móvil y muda limpia. Les falta la barra, quizá así nos animaríamos más los hombres. Lo que pasa es que es un lugar donde uno pierde todo el glamour ¿no os parece? Primero te lavan el pelo y casi que te pones a roncar, con las manos de la peluquera, el agua caliente. Después sales con una toalla en la cabeza que pareces un chupachus de lino. En mi caso un chupachus de 50 euros. Te sientan en una silla que da vueltas y te ponen un babero, señora ¿me va a traer usted un purecito? ¿Y las mujeres esperando a que el tinte haga su trabajo? no se puede estar menos glamurosa que con esos trozos de papel albal en la cabeza, que parece que tuvieras un huerto de bocadillos escolares en el cuero cabelludo. Bueno, sí, sí que se puede estar menos glamurosa, cuando meten la cabeza en esa especie de huevo que llaman secador, que es como un casco de moto gigante y mal ajustado. Y lo peor es que en esa fase no se enteran de los cotilleos, con lo que al poco glamour de la conjunción albal y secador gigante hay que añadirle la cara de amargada, de me lo estoy perdiendo, cojones. Las mejores peluquerías son las que incluyen depilación, que me alegro mucho de que esa parte no la hagan en la de los hombres, porque con lo que somos para el dolor aquello más que una peluquería iba a parecer un paritorio. Que hay que ver lo sufridas que son las mujeres, entran, se depilan y salen con la misma cara, creo que si fueran hombres los que entraran lo que saldrían es a ostias. Luego está el problema de la comunicación, porque cliente y peluquera hablan idiomas distintos, y aunque las tijeras hagan de intérpretes, rara vez acaban entendiéndose. Eso me recuerda el viejo chiste, para terminar, oiga, quiero que me lo deje un poco largo de este lado, menos de la patilla izquierda, un trasquilón en el cogote y descendente por la parte del flequillo hasta la mitad, luego recto. Pero ¿cómo le voy a hacer eso? pues como hiciste la última vez, cabronazo.
En fin, que quizá si estos momentos peluqueros animan mi blog es posible que no tarde tanto en volver. ¿Qué coño es esto? ah, sí, un poquito de albal ¿podré quitármelo ya?
En fin, que quizá si estos momentos peluqueros animan mi blog es posible que no tarde tanto en volver. ¿Qué coño es esto? ah, sí, un poquito de albal ¿podré quitármelo ya?
5 comentarios:
Nada como meterse uno mismo la motosierra.
Más abrazos.
Quítatelo ya Larrey,el papel de albal digo,que eso es, vuelta y vuelta y con la lamparita de calor se hace en un plis y todas rubias de la muerte.
Lo de la depilación masculina esta que echa furor,menudos están estos hombres de presumidos...jejejje.
Pues yo sigo yendo a peluquerías para caballeros (a ver si se me pega algo). Total, con el pelo que tengo hay poco que hacer y es más barato.
Es increible que decidir ir a la pelu sea el día que tienes unas 2 o 3 horas vacías (porque una lo decide)....y si hay mucha gente, mas....¡que pereza! te entiendo larrey
A los Reyes Magos les voy a pedir la motosierra porque como ya tengo poco que peinar y menos que cortar, paso de gastos absurdos. Así que empezaré el año reubicando el dinero de la pelu a la casilla que pone dinero para cubatas en el bar mientras veo el partido del Atleti.
Mucho mejor ¿no?
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