En el pentagrama de mi alma hay una musa semifusa y dos soles menores, que son el mi sostenido de la melodía. El ritmo lo marcan las corcheas y las semicorcheas, y las risas en si bemol. El compás, siempre en clave de sol, lo forman la, fa, mi y la. También hay notas negras en forma de madrugones en Do forzado y pentatónicas hipotecarias, armónicas y rítmicas, aunténticas cejillas, con clavijas, clavijeros sin compás ni contrapunto. Aunque al final siempre hay una púa con vibrato y diapasón que pone todo en su sitio y la melodía sigue su curso, más rápido de lo que uno pudiera esperar, tanto que me da miedo que los soles menores vayan en crescendo hasta hacerse mayores y me hagan sentirme diatónico y viejo en sentido moderato. Pero estoy tranquilo, porque el metrónomo, después de tantos y tantos años, y tantos compases, sigue funcionando, pianísimo, y eso que algunas veces me cuesta cogerle el puntillo, y aun así la polifonía es clara y sobretónica. Creo que aun nos quedan oberturas por solfear y aunque haya interludios fortissimos si la musa semifusa, los soles y el destino están enharmonia no habrá más problemas que buscar los acordes adecuados en cada arpegio y seguir sonando.
16 de diciembre de 2009
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