12 de diciembre de 2009



LA PLAGA

El triste fenómeno de los cabezas rapadas y otros similares no son más que una erupción en la piel de occidente, la punta del iceberg de una virulenta infección que, desbocada y silente, corre por su sangre y anega sus adentros; vísceras, pulmones, corazón, nervios, mirada.

Mi barrio está plagado de rumanos
Polacas colombianos negras moros

Nos limpian los portales cogen fresas
A 5 con 50 euros la hora
Alivian nuestras bajas frustraciones
O al precio de un paquete de pañuelos
Nos venden redención en un semáforo

Ruidosos sin medida
Sin embargo
Son pulcros dialogantes y educados

Se reúnen por las tardes en el parque
Y allí juegan a fútbol se enamoran
Meriendan cuentan cuentos son felices
Olvidan por un rato la miseria

No obstante en nuestra gula desmedida
Soberbios y protervos desearíamos
Que fuesen en lugar de cucarachas
Arañas venenosas alacranes
Hallando así razón para aplastarlos
Y luego hacer borrón con sus vestigios
Igual que hace una plaga de langostas

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