No me gustan las drogas. Lo que comunmente se denomina "droga". Puede que lo mío sea cosa de miedo. No lo niego, mi naturaleza adictiva (literatura, familia, trabajo, ¡ cromos ! todo lo vivo con una pasión fácilmente confundible con la adicción) me hace (hizo) tomarme el acceso a ellas con mucha cautela. Pero eso no hace que criminalice a sus consumidores, y mucho menos lo voy a hacer siendo como he sido un amante perfecto de la cerveza y durante algunos años un empedernido fiestero, amigo íntimo del JB con sprite. Reconozco que la sensación de esponjosidad que generan tres cervezas me resultaba de lo más agradable. La resaca es ya otro cantar, porque si la borrachera, siendo tópicos, es la novia la resaca es la peor de las suegras. Y cuando la suegra empieza a ser insufrible uno está tentado de dejar también a la novia. Con todo esto quiero decir que no puedo hablar de las drogas en primera persona, pero sí que lo puedo hacer desde el prisma de quien ha utilizado elementos para modificar la concepción de lo que le rodea, vamos, que me he emborrachado no pocas veces. Creo que las drogas tienen una utilidad, y que como todo, en su justa medida, sabiendo para qué se utiliza, sus consecuencias y sin que condicionen el resto de tus actividades y, sobre todo, no ponga en peligro la tranquilidad de los demás, son divertidas. Por eso no entiendo quienes desde la más histórica, rancia y patria tradición de la borrachera colectiva (no hay fiesta de pueblo en la que alcohol no fuera un invitado más) se demonice a quienes fuman porros, por centrarme en una droga tan blanda como el alcohol (otra droga más, pese a su venta legal). Fumarte un porro te convirte para muchos en un drogadicto, en cambio tres sol y sombras a media mañana son una tradición popular y algo que se ha hecho toda la vida. De ahí el título de mi artículo y la doble moral. Porque ¿alguien conoce una familia rota por el consumo de porros?. Pues yo conozco decenas rotas por el consumo de alcohol.
2 de octubre de 2008
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1 comentario:
Creo que no se puede equiparar en cuanto a su dureza o blandura el alcohol -en el que también hay que distinguir entre fermentados y destilados- con el cannabis. Como bien dices el alcohol ha destrozado familias, personas por decenas y centenares de miles. El cannabis no.
De un bebedor de cerveza -en activo- y fumador de porros - aunque ya muy esporádicamente-.
Abrazos.
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