2 de octubre de 2008


INYECCIONES

Dando tumbos anda la economía financiera de la que pocos han hecho oro y la gran mayoría de ciudadanos sufre, mientras la incertidumbre se lanza día tras día en los medios de comunicación haciéndonos entender que vivimos en un edificio falso y que ante los problemas lo mejor es no hacer nada más que esperar y actuar de forma sensata.

Ya salen los viejos sabios que sólo por viejos más saben, pese a que a los jóvenes impulsivos e impertinentes crean que ya no tienen nada que aportar, diciéndonos que esta crisis es dura y desconocida y que se hace muy curioso ver que las medidas que se están implantando son las mismas que resolvieron crisis anteriores en las que lo público, hasta hace sólo unos días tan vilipendiado, surge de nuevo al rescate de lo privado, que hace aguas a costa de la mayoría de los habitantes del planeta que sufren ese mal hacer.

Siguen los pocos con mucho y los muchos con poco y muy poco, sin que los muchos entiendan que ellos son la llave para echar a esos pocos que han destrozado el sistema a costa de comprarse tesoros inimaginables para la abrumadora mayoría. En los últimos años los sueldos de los altos directivos de las grandes empresas han crecido a un ritmo desorbitado, véase como ejemplo Pizarro y su salida de Endesa con unos 20 millones de euros debajo del brazo, mientras los sueldos de los currantes subía y solo a veces ajustándose al IPC.

Ahora el Senado de los Estados Unidos acaba de aprobar, hace unas horas, la inyección de capital público, es decir, el que pagan todos y cada uno de los norteamericanos con sus impuestos. Justo esos impuestos que los grandes asalariados intentan atenuar a costa de recursos legales de los que se ha dotado el sistema y que les llevan a pagar bastante menos de lo que deberían.

Por lo que todos los norteamericanos y, a escala planetaria el resto de habitantes del mundo, asalariados normales y pagadores al erario público, pagaremos la desfachatez y la cara dura de los pocos que se han forrado a nuestra costa en los últimos años, para que puedan seguir viviendo como hasta ahora.

Y yo me pregunto, ¿no sería mejor dejar que la teoría del mercado libre siguiera su rumbo libremente tal y como se ha adoctrinado a los estudiantes en las escuelas y universidades?. Que cruja el sistema, que se muestre tal y como es, que el salvajismo del capital nos inunde y nos deje a todos sin trabajo y sin ahorros, y que sea el verdadero sálvese el que pueda que tanto defienden los neoliberales.

Eso sería lo mejor, pero también lo más insensato.

Por nuestro bien, lo mejor tal y como parece, es actuar. Tenemos de nuevo la oportunidad de decirles a los poderosos que este sistema puede funcionar y que quizás sea el mejor posible, pero lo que no podemos es dejar que sigan pisoteándonos. Lo público, el Estado deficitario y solidario se vuelve a hacer necesario. Igualmente la ayuda social para los más desfavorecidos, la necesidad de una sanidad pública y de calidad, pero sobre todo, un control de la economía que se ha demostrado ahora que en manos del capital privado, no se hace responsable de nada, y lo que es mucho peor, de nadie.

1 comentario:

Larrey dijo...

Ahora el Senado de los Estados Unidos acaba de aprobar, hace unas horas, la inyección de capital público, es decir, el que pagan todos y cada uno de los norteamericanos con sus impuestos. Justo esos impuestos que los grandes asalariados intentan atenuar a costa de recursos legales de los que se ha dotado el sistema y que les llevan a pagar bastante menos de lo que deberían...
Amén.